Al principio pensé que serian todo ideas mías, la cosa es que camine de la librería en Coyoacan hasta mi casa en Revolución, era un día muy caliente y debido al Puente vacacional el cielo era azul y no había nada de contaminación de tal forma que se podía ver hasta muy lejos y se sentía como un aire de vacío ya que la gente se había marchado a la playa en Acapulco o a lugares cercanos pero fuera del monstruo de cemento que es el DF.

Yo me sentía bien no tenia la acostumbrada enajenación y era feliz, algo en el centro de mi ser hacia que brotara una felicidad incontrolable, siempre me pasa así primero me avasalla la felicidad y luego me posee esa tristeza persistente que me mantiene amarrado a recuerdos y cosas del pasado que no se porque no se marchan para siempre.

Nunca pensé que algo estuviera mal, después de todo esta ciudad sorprende hasta al mas habituado, pero conforme la caminata progreso me empecé a sentir cada vez mas preocupado, ni un alma en las calles, ni un auto circulando, ni un solo ruido, ni aves.

Todo callado e inerte, en una esquina vi un auto abandonado, cubierto de polvo y hollín, alguien había escrito en el parabrisas “ lávame ”. Un departamento en un tercer piso con las ventanas abiertas y las cortinas corridas, adentro se podía apreciar luz de un foco encendido. Me di cuenta de que mis pasos resonaban, un toc, toc, toc que rebotaba en las paredes y venia hasta mis oídos, me pregunte si el sonido viajaría hasta los linderos de la ciudad que cada vez mas me parecía abandonada.
La ausencia de todo movimiento me agradaba, los seres humanos como las platas necesitamos espacio para crecer y dar lo mejor de nosotros mismos de otra forma solo somos como hiedra creciendo agresivamente y propagando el caos.

Estaba por llegar a mi departamento cuando me ocurrió el accidente, al dar un paso para subir la banqueta me tropecé y los libros cayeron al piso, las letras se desprendieron de las paginas y cayeron revolviéndose en el piso, no hicieron ruido, pero en ese preciso instante el viento empezó a arreciar y las levanto aventándolas por todos lados mientras yo corría desesperado tratando de recolectarlas, pero fue en vano ya que lo único que logre fue ponerlas todas en una bolsa y mas tarde cuando las quise ordenar eran una bola negra de letras enredadas y por mas que trate de deshacer los nudos lo única palabra que pude formar fue FIN.

Jorge P. Guillen

Mayo de 2008