Rodeada de conocidos indefinidos: compañeros del colegio, del instituto, quizá también de la universidad... no reconocí a ninguno, y sin embargo estoy segura de que los conocía.
Imagina un ambiente sórdido, como los diez primeros minutos de Pozos de ambición, sí, era algo así: una especie de lugar aislado, árido, desértico. Hacía calor, mucho calor y yo me paseaba entre la gente, hablando con todos y con ninguno. ¿Acompañada? en realidad fuera de lugar.
Unos perros correteaban entre nosotros, fatigados, sedientos. Los vi desfallecer. Yo los llamaba y se acercaban a mi con la lengua fuera. Sed, están claramente sedientos.
Había una fuente a unos metros, era necesario desplazar una pequeña palanca para que corriese el agua. El chorro empezó a brotar con fuerza... supongo que era por la potencia del agua que los perros no se acercaban del todo, así que puse mis manos debajo acumulando un poco de líquido y me acerqué a ellos para que bebiesen de mis manos. Repetí la maniobra un par de veces. Ya habían bebido y se alejaron. Entonces el calor comenzó a alojarse en mí paralizándome, mi visión se veía flanqueada por pequeñas motitas amarillas que cada vez abarcaban más espacio de mi pantalla visual... la fuente a menos de dos metros de mi y yo no alcanzaba a moverme, al fin todo negro, caí... Ahora veo la fuente a medio metro de mi y oigo a la gente, a mis compañeros del colegio, o del instituto, o de la universidad... Oigo en horizontal y veo la fuente fuera de mi alcance.
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