Orgulloso doncel, cual precioso destello
de astros majestuosos; adonis por costumbre:
es Narciso, un muchacho, que acaricia su cuello,
contemplando cariátides, de mirífica lumbre.

Se refleja su piel erizando su vello,
sus ojos lucen mientras el Sol no nos alumbre...
Se engarza en los enigmas, del alma de lo bello,
por natura su cuerpo es belleza en la cumbre.

Las cascadas mostraron su sonrisa de azufre...
Se ocultan los espejos, por eso el joven sufre,
jamás imaginó que un mítico infortunio,

llegaría por ver su fresco rostro a solas.
Observóse en un río, de suaves amapolas,
y así se convirtió en flor de plenilunio