LAS VÍRGENES Y SAN ISIDRO, EL LABRADOR
Nadie se explica como se comunicaron, algunos dicen que fue telepáticamente; otros que por intermedio de una muy conocida, pero discreta creyente, con hábitos de alcahueta.
Lo cierto es que las tres Vírgenes estuvieron allí puntuales; sin disfraces, liccllas (*), ni sombreros. Todas con las ropas que en los altares lucen con sus angelicales caritas.
El amigo Moisés Sánchez, testigo de la santa reunión, cuenta que la Virgen del Carmen hizo la primera pregunta:
-Oye Natacha– le dijo con entera confianza a la Virgen de Lucmapampa -¿fuiste a la fiesta del niño de Pumarume (*)?
-Si hija–respondió sonriente la virgen- estaba muy bonito, vestidito de torero, con sus cabellitos de oro y sus ojitos color cielo.
-¿Y a la fiesta del Antonio (*)?– volvió a preguntar la Patrona de la provincia.
- ¡Claro, a esa fiesta nunca falto, él tiene muchas devotas y a todas complace con sus milagros!– contestó la santa.
La Virgen del Rosario, que había permanecido callada pero atenta, fue la que después intervino diciendo:
- Y tú Camucha (*), ¿fuiste a la fiesta del Isidro?
- ¡Ja!, a esa fiesta nunca voy - respondió rápidamente la Virgen del Carmen, cubriéndose la cara con las dos manos.
- Pero, ¿por qué? – preguntaron sorprendidas las dos vírgenes.
-¡Ay, porque dicen que te hace arar!
----------
(*) Licclla.- Manta de color negro, hecha de lana de oveja.
(*) Niño De Pumarume.- Milagroso niño venerado en la provincia de Celendín
(*) Antonio.- San Antonio. |