Las horas pasaban ligeras, volaban los minutos y segundos, las manecillas del relog giraban y giraban con demasiada prisa, el sol y la luna intercambiaban el fondo de ventana mientras Yasmina contemplaba pensativa una caja envuelta en papel de regalo.
Todo era perfecto en su casita de muñecas, no había hueco para un nuevo huesped. Sería un intruso, un okupa molesto, desestabilizaría la armonia, la belleza y la alegría de sus bonitas muñecas.

" Pero Yasmina, no te das cuenta? solo tienes muñecas, así es muy aburrido! necesitan un hombrecito! un apuesto muñeco, así tus historias serán más divertidas" le dijo su madre días antes.
" No mamá ! todo es perfecto! ellas son perfectas! me encanta tenerlas, vestirlas, peinarlas, contemplarlas...son tan bellas! "
"¿ estás segura? ui pues este muñeco es precioso! cuando lo abras verás que todas lo querrán como novio" le contestó su madre con una sonrisa traviesa.
" Si mamá, estoy segura! mira: la muñeca rubia es la más dulce y tierna, sus vestidos favoritos son los rosas.La del pelo oscuro es la más misteriosa, parece dura y dominanta pero es atractiva y guapa.
La del pelo rojizo... esa me encanta! es la más llamativa y traviesa, sexy y coqueta.Ves mami?no necesitan un muñeco"le respondió Yasmina segura de que con su respuesta habría convencido a su madre.
Pero no fue así. Se marchó enfadada.

Ya no la hablaba como antes, veía en su cara perpetua la expresión de decepción.¿Por que se habría enfadado tanto ?¿Por qué no comprendía nada? es que no podía verlo con sus propios ojos? no podía sentir lo que ella sentía cuando las contemplaba, cuando las desnudaba y después las vestía?No se quedaba maravillada al ver el brillo de sus cabellos, sus preciosos rostros, sus manos y sus pies delicados, sus fascinantes y llamativos vestidos... Parecía que no, incluso que todo aquello representaba un problema, algo malo. Su madre solo se enfadaba cuando ella se portaba mal, o la desobedecía ¿ sería suficiente con meter en la casita al intruso? ¿ se le pasaría entonces el cabreo?
Desenvolvió el paquete, lo abrió y después colocó al muñeco sentado en el sofá de la mini casa. Miraría siempre hacía el mismo punto. Sería mudo y ciego además de feo. Y se acabaría el problema.

Y pasaron los años , las casitas se derrumbaron, los muñecos siguieron siendo mudos, ciegos y feos y las muñecas cobraron vida, se hicieron mujeres, rubias, morenas, pelirojas, diferentes pero cada vez más hermosas.
Eso era lo que la niña Yasmina no sabía, pero si su madre.