Camino bajo el sol y su ardor quiebra mi piel en mil pedazos, envolviendo mi cuerpo, esperando un instante de frescura, una gota de esperanza, que se cruce al frente, y me regrese la luz que un día deje en mi altar.
El egoísmo, la indiferencia, ¿Qué será? Solo percibo la ausencia y el eco de mis pasos que ni huellas puede dejar. Todo me lo han quitado. Cargo una esfera que aún logro brillar pero su luz se extinguirá, al parecer es una prueba, que sólo mi ser deberá pasar, es el dolor mundano que oscurece como noches sin luna, el alma, que pena de amor.
Ya ni mi atuendo deja traslucir los colores que alguna vez en sueños quizás tuvo. ¿Por qué el sufrimiento? ¿Soy merecedora de el?
Preguntas y más preguntas inundan mi alma. Sigo caminando y la humanidad recae en los hombros de una mujer que espera, y espera un final que recupere las alegrías que el destino le otorgo una mañana de verano, y una noche de primavera.