Hong Kong
Viajé desde Montevideo via Miami a Los Ángeles, en donde me quedé un día y noche para descansar, porque el viaje hasta ahí duró más de 14 horas, sin contar las que tuve que esperar en Miami para la conexión.
Desde Los Ángeles había otro trecho de más de 15 horas, así que también decidí quedarme un día y una noche en Hong Kong.
Acá la agencia de viajes en la cual compré todo el paquete, me había advertido de no entrar a ningún negocio cuyos dueños eran indios (de la India), no escribo hindúes, porque el hinduismo es una religión y no todos los indios la profesan. Además me recalcaron que si compraba algo y me daban la cifra en dólares, debía preguntar si eran dólares americanos o dólar de Hong Kong que tenía mucho menos valor.
Así que con tantas precauciones que debía tomar, decidí no comprar nada ahí. Pero el hambre se hizo sentir, así que decidí buscar un supermercado y adquirir pan, queso, agua y bananas. Eso me alcanzaba para la cena y el desayuno del otro día.
Estaba parada delante de una heladera que tenía entre otras bebidas agua mineral, ya había elegido la que quería y sacado, cuando se me acercó un hombre y me dijo lógicamente en inglés que a la vuelta había bebidas más económicas. Así que volví a poner el agua en la heladera y lo seguí. El precio de las aguas era el mismo, pero había más variedad. A los pocos minutos se nos unió su esposa, y entre los dos me ayudaron a buscar el pan, el queso y las bananas.
La amabilidad de esas dos personas al querer ayudar a una extranjera en su ciudad me conmovió. Ese fue un solo ejemplo de la ayuda que recibí de los asiáticos
De Hong Kong viajé con contratiempos a Nepal. Pero eso es otra historia.
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