Hacía varios meses que no me pasaba por esta comunidad, y la verdad es que la echo de menos. No obstante, estoy en 2º de Bachillerato, un curso decisivo para muchos jóvenes de mi edad que, como yo, quieren ir a la Universidad el año que viene. Apenas he tenido tiempo para escribir algo, ni siquiera para pasarme a leer alguno de vuestros escritos. Además, si dispongo de tiempo libre para escribir, lo invierto en un proyecto de novela que estoy esbozando y que me encantará compartir con vosotros en breve. Intentaré sacarlo adelante este verano e ir subiendo el prólogo y los sucesivos capítulos.

En marzo, una persona muy especial que sabe que echo de menos escribir, aunque no pueda hacerlo con demasiada frecuencia últimamente, me dio cuatro palabras y me dijo: "Escríbeme una poesía con esto". Yo no me pude negar y aquí está el resultado. Había olvidado por completo su existencia, pero hoy me he acordado de este poema, y he decidido dejároslo para que me déis vuestra opinión. Las palabras con las que lo compuse fueron: lámpara, acordeón y Silvestre; y un número: 282. No os imagináis la flexibilidad que pueden llegar a tener este tipo de ejercicios literarios. El resultado fue esta poesía. No me he ceñido a ningún tipo de métrica, sino que la plasmé en el papel de forma bastante libre. Espero de corazón que os guste, pues apenas he escrito algo completo desde hace muchas semanas. Un beso para todos.

Habitación 282

Bajo la tenue luz de una lámpara
Acurrúcase un frágil hombre
Su tez, de la amargura máscara
Se contrae al recordar su nombre.

La puerta, pasadizo a la angustia
Da paso a una sobria estancia
Una somera cama y una planta mustia
que apenas desprende fragancia.

El acordeón, recuerdo de un sueño,
empolvado yace en una esquina
Mientras él, nunca más risueño,
garabatea una banal sonatina.

Son palabras vacías las que llora la tinta
Frases faltas de alegría,
que, silenciosas, el blanco papel pintan,
renmemoran aquellos brillantes días.

El cuarto, inerme abismo de un bohemio,
no es más que un caos de tristeza
282 es su nombre: un absurdo convenio
Silvestre le llamaban: el carente de flaqueza.