La lluvia mojaba con ferocidad la oscura acera de la calle otro atardecer de primavera más, empapando las paredes de cemento recubierto y obra vista. Y entre unos escalones resvalosos y algunos periódicos que ya no podrían ser leídos, se ahogaba un corazón joven que alguna vez juró no enamorarse nunca.
-Maldita seas, maldito el día que te pedí que bailaras conmigo -Decía Marcos apretando con fuerza los dientes y los puños, con la cara empapada y las lágrimas mezclándose con la lluvia.
Fue esa danza de color verde que bailaron juntos la que le condenó, después de ese momento, por mucho que lo negó, el joven de los coches caros y las chicas bonitas estaba condenado a morir. Y en el fondo, aún guardaba la esperanza de que ella apareciera al final de la calle y tragera consigo el sol.
Marcos no había sido el primer hombre al que ella había besado, pero sí el primero por el que había llorado de alegría y de desesperación. Y eso era lo peor, que todo había acabado, que ya no le creía y no le importaba, después de haberle amado tanto, y que con el paso del tiempo, y a pesar de todas las llamadas sin respuesta desesperadas del joven, él también olvidaría. Así quedaría para el recuerdo lo que una vez ambos desearon que durara eternamente, como una historia más.
Empezaba clarear el cielo, Marcos conocería a otras, desaparecería su dolor, volvería a vivir el chico divertido y sin alma. Incluso, quizá algún día apareciese otra mujer por la que perder la cabeza y a la que romper el corazón, pero jamás sería ella, jamás se encontrarían de nuevo por primera vez y pensarían que el olor de las noches de verano era perfecto.
-Si el amor no es eterno, es que no existe -Le había dicho una vez ella, con el pelo alborotado y los ojos brillantes mientras caminaban hacia algún lugar.
-Maldita seas mi niña -Dijo de nuevo Marcos, sentado en el portal, ahora con menos fuerza, bajando la cara hasta tocar con ella sus rodillas, y sumergiendo los dedos en su pelo empapado -Maldita seas.
Lo que hoy amamos mañana ya no nos importa, y lo que hoy queremos olvidar desesperadamente, mañana ya es sólo un recuerdo más.
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