En medio de circunstancias o situaciones de las muchas de las que uno no puede prescindir, las cuales se reducen a lo absurdo, efímero y espectacular, me hallo dolido y sufrido por la necesidad ostentosa y corrosiva de volver a los anales del sentimiento y de los sueños.

Podría afirmar que los culpable de tal aventura, fueron dos elementos-sustancia que mantienen unidad implícita e inmanente.

Fenomenológicamente un sujeto y objeto que actúan, o mejor, existen como elementos de una realidad conceptuada y sentida en un mismo proceso.

Pero al hablar de su existencia, tengo el cuidado de comprender su realidad como un sumergimiento en el níhil (nada) y a la vez en el todo, que vendrían a ser una especie de incomprensión sobre lo vivido en y fuera de su existencia como “lo real”.

Concluyendo que el sumergimiento llega a ser en última instancia, la pertenencia oscilatoria de sus “nayras” (ojos) abrumantemente suyos y nunca míos.

Dedicado a Nayra