Esta es la historia de un joven solitario, bueno este joven me tenía a mi y nada más, él no tenía grandes esperanzas en esta vida, pero un buen día cursando su primer año en bachiller miró hacía atrás, fue como si ella tuviera un imán y su cabeza tenía que girar hasta clavar sus ojos en los suyos, yo creo que 5 minutos después no se acordaría de su cara exactamente pero sí de sus ojos verdes, tan verdes y tan claros que iluminaba aquella sala.
Pues mi amigo se supo perdido de aquella mirada y se dio cuenta de que esa chica tenía que ser suya, porque desde aquel día notó que no podía vivir sin ella.
Aquel curso fue pasando poco a poco y mi amigo permanecía largas horas mirándola, mirándola cuando se mueve, mirándola cuando habla, mirándola cuando calla y es que por más que la observaba no podía sacarle ningún defecto. Este joven decidió hablar con su compañero de mesa, un muchacho así muy rastafari, con sus camistetas de Bob Marley y sus pelos largos..., muy buena gente por cierto, y es que él necesitaba contar a alguien lo que le ocurría, y quien mejor que su compañero durante todo el curso. yo sólo se que estaba tan enamorado que quería hablar con ella de inmediato, menos mal que su compañero estaba allí y le paró los pies le decía ¿¡Pero a dónde vas!?, ¡Sosiega tio, sosiega! y le dió un sabio consejo. -Acércate y relaciónate con ella.
Y eso hizo, primero averiguó donde vivía, y descubrió que le pillaba de camino a su casa así pues una tarde a la salida del instituto, la esperó largo tiempo hasta que apareció, él se hizo el despistado y le hizo creer a ella que todo había sido una coincidencia. Se acercó a ella la saludó y no pudo evitar volver mirar a sus ojos de nuevo, y pensó que aquellos ojos tendrían que ser el infinito que nadie había visto. Lo cierto es que los dos empezaron a hablar de cine, música aficiones... y no coincidían en mucho gustos. Pero es que él a lo mejor dijo alguna mentira para parecerse algo a ella y que no hacía daño a nadie porque el único motivo que tenía era enamorar aquella muchacha de ojos tan bellos como tristes.
Mi amigo odiaba el tiempo y de eso le habló un día.Y a lo mejor tenía razón, porque el tiempo es una bomba cronometrada y se consume sin piedad, el tiempo no se detiene ni si quiera te espera, y si cometes un error no hay vuelta atrás, así que él se fue ganando su confianza poco a poco y pasaban tardes enteras juntos en los que ambos ya se dejaban conocer, pero el tiempo malvado como siempre cuando más agusto estaba con ella pasaba más rápido, y luego cuando caía la noche y premiaba su ausencia el tiempo pasaba de tal forma que parecía que nunca iba acabar.
Un día tomo la decisión de acercarse a ella porque el tiempo se acababa y se puso de tal forma que el verde de sus ojos le acercaban al cielo, y hasta podía llegar sentir su olor, que se le quedó guardado en la memoria para siempre, pero su boca cobarde sólo pronunció un, hasta luego.
Una gris tarde de esas en las que no te apetece hacer nada él le contó un cuento a ella "La dulce Karola" él lo había escuchado de su cantante preferido Ismael Serrano ¿Lo conocen? El caso es que el cuento venía a decir al final algo así como que no hay que dejar escapar las oportunidades y que los errores existen para eso precisamente, para aprender de ellos.
Una noche de Abril él le enseñó algo que había escrito para ella, y es que él era un poeta por si ustedes no lo sabían, ella se quedó estupefacta cuando vio aquellas bellas palabras, una dura declaración de amor le había escrito para la persona que amaba profundamente él le dijo que lo leyera bien porque se llevaría una gran sorpresa y es que había metido su nombre entrelíneas, y si unías la primera letra de cada verso de una de las estrofas formaba el nombre de ella, Lorena.
Yo no sé como terminó aquella historia exactamente, les dejo a ustedes aquellas personas que lean este cuento que me digan posibles finales y yo cuando sepa como termina lo escribiré, porque el final de esta historia aún está por decidir, os prometo que cuando exista un final yo os lo diré cuál es.
Ahora mi amigo ama el tiempo aún a la espera del final de la historia, porque ha aprendido que cada segundo que pasa con ella, cada minuto es lo más bello que en su vida podía haberle ocurrido.
Lorena, te quiero |