El sueño se descuelga de mis pestañas
Cayendo al vacío como mis lagrimas,
Como ellas, tan irreal y etéreo
Y en el fondo, un suelo negro.
Y ahora todo se ve mas claro,
Mientras el dolor recorre mi alma
Por mucho que no quiera,
Por todo lo que te quiero.
Y me prometo de nuevo
que será el ultimo poema,
el ultimo te quiero que nunca,
nunca dije, ni me dejaste.
Mientras todo se vuelve gris
a mi alrededor ya nada importa
para lo bueno y para lo malo,
como si estuviera durmiendo.
Sentimientos contradictorios
desgarran hoy mis venas
y te juro que de imbecil que soy
hasta me alegro de los vuestro,
pero, lo siento, no puedo verlo.
Y así termina, supongo, esta historia,
la chica se va con el bueno,
el poeta continua con su tarea,
la loca ilusión de hablar con las teclas
cuando no te tengo cerca.
Una mancha de color
en el libro de mi vida,
un año demasiado largo
para el silencio y la cobardía.
Sueños, sueños somos,
de sueños está hecho nuestro firmamento,
nuestro cielo, nuestras estrellas
aunque nuestros astros estén tan lejos,
aunque nunca existiera nada nuestro.
Una irracional esperanza que lo inundó todo
se desvanece, se desangra por el desagüe,
atrás quedan los recuerdos, nada en especial,
por delante un futuro incierto.
Me siento de nuevo en la cuchilla
la afilada hoja del destino
del camino de mi vida.
Y decido continuar adelante, soltar lastre
y seguir siendo el trapecista torpe que siempre he sido,
el optimista triste, idealista e irrendible de flaco animo,
decido comenzar a olvidarte,
dejarte atrás en un capitulo ya cerrado.
Desde el suelo, frío, sucio, huraño,
en mitad de una noche inclemente y sola,
perdido, vaciado ya de mis locuras,
vuelvo a mirar al cielo, tan lejano,
en busca de una nueva estrella que me guíe,
sabiendo que volveré a soñar imposibles.
Y no hay lagrimas en mis ojos,
ni siquiera el recuerdo de ellas
queda en tu sonrisa,
y aunque aun sangren mis heridas
los accidentes pronto cicatrizan.
Por tanto, quizás no sea
tanto el daño, ni tan triste el cuento |