Escondiase la noche
cuando ella salía a pasear,
hasta las sombras
se apartaban de su camino.
Escondiase la noche
tras sus ojos verdes
no había amaneceres
que rompiesen en pedazos
sus murallas de recuerdos.
Se enfundaba en cuero
el silencio de mil inviernos,
y estrellas contra la luna
un anochecer de enero.
Se enfundaba en negro
de cabeza a pies de nieve,
helada y aun así tan fragil,
esperando que el verano
acabe con las formas
que otras manos diseñaron.
Seguiale por las calles
la soledad, que nunca es amiga,
como mucho, un buen abrigo,
un laberinto sin buen final.
Seguiale por las calles
y aun asi nunca la cogía,
pasos ligeros corren sin pensar
sobre cenizas que cubren la ciudad,
sin mirar nunca atrás,
afrontando siempre el viento
a mano desnuda, a corazón abierto,
sin otro arma que su alma,
sin mas armadura que su voluntad.
Era la sangre que limpia
manos asesinas que se esconden,
era la sombra de un arbol ya viejo,
manteniendose ajeno a la leña,
era una noche de acero,
de lluvia sin cesar.
Y surcaba la ciudad sin miedo,
cortando el viento negro
sin reparos ni mas obligaciones. |