Hoy vuelve a pensar en él, y se pregunta cómo pudo quererle. Rebusca nerviosa en sus pensamientos intentando encontrar un porqué y tan sólo encuentra maquinaciones de una mente necesitada de creer, de sentir, de romper con el tedio de una vida que ya no le regalaba misterios cuando él apareció.

Le inventó para volver a sentir y hoy, el cajón lleno de sensaciones extraídas de su propio mundo, mira perpleja el abismo al que se asomó buscando su sueño, la silueta de un hombre dibujada por su inconsciencia, por un ego maltrecho que necesitaba sentirse admirado.

Se estremece al pensar lo absurdo de su invención, lo irreal de aquel ser que existía sólo entre sus brazos, de aquel hombre fruto de unir las piezas de sus anhelos, puzzle hecho para ser destruído, para no significar, para ser guardado en una caja raída y escondido bajo su cama.