Nuevo infierno.
Por Luís M. Villegas.
Importante noticia proveniente de Madrid, donde la conferencia episcopal hace correcciones al catecismo dirigido a los niños que habrán de prepararse para su primera comunión. Quienes fuimos educados en la religión católica en la creencia de una vida después de la muerte, donde se nos premiaría con la gloria el tener buena conducta, fuimos atemorizados desde nuestros primeros días conscientes con la contraparte; el infierno. Para esta tarea se contó desde ¡1616! con el catecismo del Padre Jerónimo Ripalda quien fue el responsable indirecto de que todos los que hicimos nuestra primera comunión debiéramos aprender, en forma casi recitada los protocolos de la fe, con la misma intensidad que las tablas de multiplicar.
Como a toda idea escrita le sigue una referencia gráfica, simbólica, ésta estuvo a cargo de los grandes maestros de la pintura y la escultura, destacando los de finales de la edad media y el renacimiento como: Cranach, Durero, Holbein y Rembrandt, por supuesto también; Leonardo, Giotto, Bosch y prácticamente todos los artistas quienes configuraron objetivamente la conciencia de ese más allá que sirvió para establecer la moral cristiana, destacando la antítesis cielo e infierno, entendiéndose los reinos del bien y del mal. Para quien desee confirmar sus miedos le recomiendo el libro; “Picture book of devils, demons & witchcraft” donde se concentran algunas obras muy impresionantes de los artistas citados y varios mas. Quien haya disfrutado la versión de “ La Divina Comedia” de Dante Alighieri, ilustrada con los grabados de Gustav Doré, nunca los olvidará pues lo sitúan de una manera escalofriante en el lugar, recorriendo desde la laguna Estigia hasta el mismo cielo, pasando por el purgatorio y el candente infierno y sus diferentes tormentos, en concordancia con los pecados mortales establecidos por el Papa Gregorio I desde el siglo VI , que fueron: Lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia los cuales tenían cada uno una virtud en contraparte y también su particular castigo, de los cuales encontré como favoritos: “Ser colocado en aceite hirviendo, ser sumergido en agua helada, ser forzado a comer ratas, sapos, lagartijas y serpientes vivas y ser asfixiado con fuego y azufre” . Junto con ellos hemos cometido, sin remedio, los pecados veniales que eran faltas leves alrededor de los siete capitales, de los cuales se podía acceder al perdón de manera sencilla; al arrepentirse o hacerlo parte de nuestra confesión, incluyendo incluso, el golpe de pecho.
Quizá le sorprenda que hable en tiempo pasado al referirme a los pecados y sus castigos, pero debe usted enterarse que en la búsqueda de actualizar la doctrina, se han editado otros nuevos siete pecados sociales, a saber: “Las violaciones bioéticas; como la anticoncepción, los experimentos moralmente dudosos; como la investigación en las células madre, la drogadicción, contaminar el medio ambiente, contribuir a ampliar la brecha entre los ricos y los pobres, la riqueza excesiva y generar pobreza. De acuerdo con este panorama, será difícil salvarse de pasar cuando menos una temporada en el purgatorio, o si al aumentar el número de faltas con las recientemente adicionadas, con seguridad se habrá de incrementar la demografía del espantoso infierno. No se preocupe. Le tengo buenas noticias: ¡el purgatorio y el infierno también han cambiado! Nada de fuego y azufre, ni dietas atroces, ni tormentos peor que chinos, simplemente de ser el averno “Un lugar donde los malos, apartados de Dios sufren penas eternas” ahora se debe entender como “el sufrimiento de los hombres, que después de la muerte están separados de Dios para siempre”.
El pecador o pecadora compulsivos (casi todos) poco se han detenido o corregido en la comisión de sus faltas, independientemente que a pesar de los siglos transcurridos se nos haya mostrado con tanto talento los horrores que habríamos de padecer en caso de no cumplir los ordenamientos. La inclusión de pecados tan modernos que implican cosas tan comunes como: tomar la píldora anticonceptiva, tirar basura en la calle o jugar exitosamente a la Bolsa, solo se antoja como querer ampliar la membresía de ese nuevo infierno, que cuando menos se nota mas divertido al desaparecer los castigos clásicos, abriendo inevitablemente la picaresca del mexicano que seguramente querrá participar con propuestas para las nuevas penalidades, a las cuales me sumo proponiendo unas para abrir boca: Participar en el debate petrolero en la Cámara de diputados. Ser fumador empedernido y tener que ir a una comida en el D.F. Ser jubilado del IMSS y tener que pernoctar a la intemperie en espera de su pensión. Le invito a proponer sus castigos predilectos, que seguramente nos habrán de confirmar que ya estamos pagando en vida, por nuestro mal comportamiento.
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