Dejaré de anunciar lo que no soy.
Un cautiverio lánguido en el recuerdo
es una avenida desierta,
ya no caminas hacia mí.
No deposito mi comisión en sueños partidos,
las yemas de mis dedos ya no acarician el sol.
Se entumece la tarde flotando las espinas de mi rosa.
Me cultivaste en tu jardín ¿Aún lo recuerdas?
Se riegan insomnios de hiedras en mis párpados caídos.
Desde el fondo de la tierra nacen los hongos.
¿De que color fue ese beso atroz como la dicha?
Me persigue su sombra cuando miro atrás.
Me cubre ese recuerdo asido a mi cuerpo de árbol.
El deseo es apenas una hiedra que se deshilacha.
Fue cruel vestirte de primavera y partir.
No nace el horizonte sino en mi memoria de herbaje.
Texto agregado el 06-05-2008, y leído por 190
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