Su cuerpo es níveo, voluptuoso y pesado. Modelo digna de Goya. Bien podría ser la maja desnuda a no ser por el rostro carente de la picardía de ésta. Porque el desfallecimiento que deja ver la boca caida, dejada a la gravedad, muestra el cansancio resignado de Psiquis, la mujer que luego de haber experimentado el milagro de la multiplicación de los orgasmos de manera tan natural y extraterrena como la propia de los panes, se deja llevar hacia nuevos horizontes de placer por Céfiro, con alas de mariposa y un par de “amorcillos” que no son otra cosa que cupidos de sátiro rostro. Ángeles sexuados que como hienas prestan auxilio al joven citado con el muy expreso propósito de poseer las sobras.
Pedro Prud`hon fue afortunado al captar y reproducir la técnica del gran maestro de Parma, Corregio, en el blando modelado, el esfumato; esa manera sensual y delicada de tratar los desnudos femeninos. Pero fue más allá, porque introdujo, también de manera delicada, la conmovedora presencia del misticismo erótico. El rapto de Psiquis se muestra entre nubes azuladas e iluminadas por una poderosa luna llena. Bajo el grupo, delgadas nubecillas permiten vislumbrar una pradera de flores.
Conclusión de la historia.
Lo interesante podría ser el comienzo de la misma. Exploremos mediante una mirada progresiva desde el siglo XIX hasta nuestros días. Tiempo en que Psiquis no deja de ser voluptuosa, ni de piel nívea, ni con otra expresión que la sugerida. Eso sí, ligera, delicada, digamos del final de los senos hacia las ingles.
Y el joven Céfiro podría ser un hombre más que maduro, ciertamente no con alas de mariposa, sino de cóndor bien nutrido con las letras de los León Felipe, Alberti, Machado y demás del 27: “amorcillos” con el paso del tiempo, porque en sus días, recordemos, verdaderos demonios.
La descripción inexacta de nuestra moderno Céfiro se completa con una boina de tendero gachupín. Perdón por la expresión, solamente persigue ilustrar al personaje. Porque tampoco era cosa de andar con los colores rojo, amarillo y morado como paliacate, por más que quisiera mostrar identidad y adaptación a la lejana y nueva tierra.
Y he aquí que algún loco genial le propone el sueño mayor a un hombre mayor: encerrarse con una modelo desnuda.
Presto al experimento Pepe y su psiquis. No la modelo, sino la propia, introyectando -perdón por la inexacta palabreja- mejor, inyectándose ampolletas de Mastroiani, Belmondo, Delón, Picolli y Rey: galanes setenteros y de los buenos, ¿porque quien se tira como pan nuestro de cada día a las Loren, Ekberg, Cardinalli, Mutti y voluptuosas camaradas que hicieron de la vencidas butacas del Ópera, Majestic, Orfeón. Prado, Lido o México, las nubes azules que transportan la psique al cielo del erotismo?
Y ahí está De la Colina trazando tembloroso una línea negra sobre las pantorrilla de Psique, como sucedía en los años 50 en los salones de belleza de barrio para simular las medias, escasas por la falta de sed a y nailón a consecuencia de la II gran Guerra.
Que viva el homenaje al ser en vida, al hombre que derramó tantas y tantas letras para encontrarse con el amante cautivo. A los refugiados españoles que a fuerza de voluntad hicieron historia en tierras abruptas. Al niño español que un día, sin tierra ni plata, decidió ser y vivir del ser. A los autodidactas del mundo que rozando la genialidad proclamaron ausencia de patria para refugiarse y extasiarse con el rapto de la modelo desnuda.
! Ay Don Pepe, qué envidia!
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