sentado en mi cama, esperaba que venga, pero no llegaba nada, nada... recordé todo de todo. mi madre, hermanos, amigos, cosas, etc. dejé de recordar y puse mis manos sobre el piso y me puse a gatear. no sabía por qué lo hacía, pero era algo diferente. maullé un rato, pero no tenía cola ni garras. seguí gateando hasta llegar a la ventana. miré hacia abajo. eran dos pisos. había un árbol pegado a la casa. salté y me cogí de una de sus ramas, aún así, seguí cayendo hasta llegar al piso. era de noche y todas las ventanas de la calle se encendieron... miré las caras de los vecinos y algo decían, hablando para ellos, pero, podía sentir asombro y pena de ellos por mí. me paré y grité hacia el cielo: ¡espero!. silencio, tan solo el sonido de los autos y los televisores encendidos levemente... la gente se había quedado tiesa, como esperando algo mas de mí. maullé fuerte, muy fuerte... noté que suspiraban y lentamente cerraban sus ventanas y seguían con sus vidas adelante... mientras yo seguía gateando, esperando... maullando. un hombre vestido de azul con un enorme sombrero en la cabeza y un palo en una de las manos, corría hacia mí con no buenas intenciones, sentí. ¡espero!, le grité. este loco se detuvo y noté que mas de ellos venían corriendo hacia mí. puse mi oreja sobre el piso, y escuché el trote de sus pasos, como una manada de caballos salvajes, vestidos de azul y con palos oscuros en las manos... les miré como un gato, y subí por el árbol. ya arriba, salté hacia mi cuarto pero no llegué... caí y caí como un saco de papas sin pelar, pero no como un gato. caí de espaldas, reventándome mis pulmones y algo por el estilo... no pude esperar mas y sin saber cómo, abrí los ojos y allí estaba Dios, o alguien parecido, o desconocido... miau, le dije. y Dios me dijo: ¡espera!. esperé hasta que sentir que me brotaban pelos y pelos negros, y una cola larga y fea crecía detrás de mi espalda, y uñas como el mármol crecían por mis manecitas. y todo lo vi de color extraño, como rayos X. miau, dije. y Dios cogió una lata llena de leche y la puso al lado mío para que la bebiera. mientras la tomaba, vi que de las manos de Dios salían hombrecillos de colores variados. me miraron un rato, y recordé la mirada de los vecinos de mi casa… de pronto, siguieron corriendo por todo el cuerpo de Dios como hormiguitas o pulguitas... miau, volví a decirle a Dios, pero este hizo con sus dedos una orla de fuego y la sopló. era un collar de luz, colocándomela sobre mi cuello, jalándome a pasear por todo aquel lugar lleno de fuego, como los rayos del sol. le seguí sumiso, pero no por mucho tiempo, y no seguí esperando porque ya estaba en la puerta de mi casa... pegado a mi extraño destino gatuno... extraño, pero, era Dios, diciéndome que esperase mas, mucho mas... como buen gatito. esperé… como siempre…
san isidro, mayo de 2008
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