En mi vida..
Mi viejo San Juan…calles arriba, calles abajo. Tan cerca de El Paraíso, tan lejos de Dios...
Oyendo mi mp3, busco una canción que te represente y no la encuentro.
Me pasa así: la tecnología convierte mis recuerdos, mi memoria y mi vida en un video-clip, en momentos de tráfico inmisericorde, en mis viajes en subterráneo.
Pobre San Juan, tan maltratado, mal querido, y olvidado.
¿Alguien te ama, alguien te amo?
Yo no sabría decirte.
Solo sé que eres mi “calle del mediecito”, San Juan. Donde quiera que veo, están mis afectos, mis memorias….
Con visión cuántica veo a los niños que juegan en tus calles, todavía sucias, pese a tener siempre, en aquélla esquina, el aseo urbano.
Esos niños no son ellos, son más bien aquéllos que fueron mis amigos.
Sucios, sudados, arremangada la camisa…todavía andan bicicleta y juegan…
Me entristece ver que cada año que pasa, son menos…
¿Dónde estarán los demás niños?
Sus madres asustadas no los dejan salir a jugar…viven un sueño hipnótico, un sueño virtual, que algunos encuentran más embriagante que la brisa en la cara, el pelo revuelto, el sudor del esfuerzo…y más seguro.
Todavía recuerdo mi Viejo San Juan…
Mis vecinitos, hijos de la inmigración, que vivían conmigo en el edificio modernista, cuadriculado, lleno de pasillos y de luz solar, donde todos los vecinos nos veíamos las caras….en el patio común, donde tantas veces jugué a la Maestra, a la cebollita, a las cuatro esquinas…donde armábamos “presentaciones musicales” para que nos aplaudieran nuestros mayores..
Allí no hay nadie ya…
¿Se han muerto los niños?
El carro de helado que cantaba la canción triste que se suponía feliz y que nunca entendí…ya no está. Nunca más un carro de helado se volcó en estas calles de San Juan.
Nunca más supieron los niños lo que era poseer este tesoro magnífico. Tampoco volvió el carrito con el señor que nos hacía agua la boca sólo con el sonar de sus campanitas mágicas…”din, din, din”.
Tampoco están aquéllas familias que aún vivían en las casas de principios de siglo. Las casas se están muriendo, sin quien la ame…y se están poblando, de personas que nunca ví.
El magnífico mago de la pensión cercana, hipnotizante, cautivador, genial, aquél que salía a veces en el programa mediocre de un payado mediocre en un canal mediocre, ya no está.
¿Habrá muerto de hambre?
Se fue el maestro de música, aquél que con su teclado nos enseñó canciones tristes, de su autoría, que nos hacían llorar porque, según él, la música abría nuestros corazones a los demás y nos hacía compasivos.
¿Por qué nunca más escuché su música?
“¡Quien no se conmueve con la belleza no es gente!” Sentenciaba, juguetón.
Sin embargo, estas memorias pertenecen a este espacio, nunca podrán pertenecer a otro. No importa donde llegué a vivir.
¿Dónde están las viudas europeas, que jamás aprendieron a hablar español, y que vivían escondidas tras sus severos trajes oscuros, y que hacían que San Juan se convirtiera, por arte de magia, en la Creta de Zorba?
Esas….seguro ya han muerto.
Aquí están los lugares que recuerdo en lo que va de mi vida…algunos han cambiado y no necesariamente para mejor…unos se han ido, y otros permanecen…todos estos lugares tienen sus momentos…con amigos y amores que todavía recuerdo…algunos han muerto y otros todavía viven…
En mi vida…los amé a todos. |