Planea, escondido en un cuarto de hotel, la manera de salir del embrollo. Es preciso encontrar la fórmula que le permita sobrevivir en el negocio de las apuestas. No puede prescindir de su acostumbrado nivel económico de vida, pero tampoco quiere terminar acribillado a tiros en un enfrentamiento.
Sacude enérgicamente la cabeza, desechando las fúnebres ideas. Apaga el cigarrillo, aplastándolo sobre el cenicero repleto, y activa el control remoto para encender el televisor y distraer su mente, en tanto surge la idea salvadora.

* * *

En la pantalla aparece un hombre sentado, aparentemente en un cuarto de hotel, frente a un televisor apagado. El hombre en la pantalla hojea un directorio telefónico y, a continuación, toma el teléfono para hacer una llamada, pero interrumpe la acción cuando oye que tocan en la puerta; escucha atento con una actitud tensa y una mirada de alarma.
En tono cauteloso pregunta quién llama; una voz impersonal responde:
—Ha llegado un mensaje urgente para usted, señor.
El hombre en la pantalla, se acerca y trata de ver, por la mirilla de la puerta, sin lograrlo.
La múltiple visión de la cámara enfoca al individuo que espera afuera de la habitación y un acercamiento a sus manos denuncia que el hombre viene armado y, por lo tanto, dispuesto a matar.
Se escucha, con un volumen que va en aumento, una música en la que predominan las percusiones.
El hombre en la pantalla coloca la mano sobre el picaporte, abre la puerta y recibe un disparo a quemarropa proveniente de un arma de fuego con silenciador. Ya en el piso recibe otros más y, por último, uno en la frente.
El agresor huye.
La imagen se diluye; la música de fondo, con predominio de percusiones, alcanza su volumen máximo y aparecen los créditos.

* * *

El hombre en la habitación activa nuevamente el control remoto y apaga el televisor. Considera urgente negociar con el más poderoso de sus adversarios para establecer una tregua y tratar de llevar la fiesta en paz. Abre el directorio telefónico para buscar el número del corredor de apuestas; toma el teléfono para hacer la llamada, pero interrumpe la acción cuando oye que tocan en la puerta. Escucha atento con una actitud tensa y una mirada de alarma.
En tono cauteloso pregunta quién llama; una voz impersonal responde:
—Ha llegado un mensaje urgente para usted, señor.
Se acerca y trata de ver por la mirilla de la puerta, sin lograrlo.
Se escucha, con un volumen que va en aumento, tal vez llegando de la habitación contigua, una música donde predominan las percusiones.
El hombre coloca la mano sobre el picaporte disponiéndose a abrir…