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“Sería una lástima si todo terminara ahora”, pensó recostado en su cama mientras fumaba un cigarro, vestido solo con un par de jeans.

Miró el cigarro con detenimiento, no era precisamente tabaco lo que había dentro, pero no se fijó como otras veces en la sensación propiamente tal que le producía, sino mas bien lo vio como un símbolo de lo que había sido su vida hasta ahora y de lo que debería dejar atrás.

Hacia ya mucho que él y sus compañeros habían decidido pasar el tiempo entre la gente hasta que llegara la hora de trabajar en serio. No sabía de los demás, pero para él era una especie de vacaciones en las que se sentía muy a gusto, pero ahora le decían que ya era hora de retomar sus ocupaciones y que debía volver; y se sentía como esos niños que a veces miraba a finales de las vacaciones, quejándose a sus padres sobre lo injusto de volver a clases cuando aun faltaban un par de semanas para que el verano se fuera.

“Supongo que es igual”, pensó. “Justo ahora que ya abandonamos el oscurantismo y el medioevo, llegamos a la época moderna y pasamos a un edad de comodidades y una diversión que no veía desde Babilonia, es hora de que todo se…”, pero no terminó la idea ante la sorpresa de haberse descubierto diciendo nosotros en vez de decir ellos.

“Al final la humanidad es un vicio fácil de conseguir y difícil de dejar”, pensó.

Dio una larga calada a su cigarro casero aspirando y saboreando como un catador experto lo haría con un vino extremadamente raro. Había muchas cosas que probar y experimentar a lo largo del tiempo y después de tantos siglos de experiencias, aun tenia la impresión de que no había vivido tanto como un humano. Intentó deshacerse de esos pensamientos aplastando la colilla inacabada sobre el velador, pero mientras lo hacía, se encontró con las marcas de lápiz labial que aquella muchacha que conoció la noche anterior en el pub había dejado sobre su almohada durante la maratónica sesión de placer que habían llevado a cabo hasta hace unas horas atrás cuando ella se fue dejándole su numero e invitándolo a una salida este sábado que según ella no olvidaría. A decir verdad todo ello no ayudo a que su ánimo mejorara.

Recordaba la antigüedad, antes de vivir como una persona, recordaba a sus camaradas, para el resto eran de respeto, los veían diferente por la labor que debían llevar a cabo, como si fueran el primo psicópata de la familia, a quien nadie quiere, pero que se respeta y se teme por su fuerza. Para el resto ellos eran muy antiguos, incluso entre los de más alta categoría, se les consideraba los más cercanos al jefe y los que primero habían entrado a servirlo. Nadie lo creería viéndolo con esa apariencia humana cercana a las tres y media décadas

Para él era diferente, es verdad que todo lo que se decía de él y sus compañeros era de alguna manera verdad, pero estaban lejos de ser sicópatas, simplemente el trabajo que les tocó tenia peor reputación que el del resto de sus camaradas.

“Muy antiguos” decían el resto de los camaradas al referirse a ellos; pero para él, los otros tres no eran más que niños pequeños aún.

Ninguno, por muy cercano que fuera al jefe podría entender que tan antiguo era él. Estaba en China fumando opio mientras Hitler enviaba judíos a los crematorios y ya era viejo. Estaba viajando por Europa cuando la cabeza de Maria Antonieta caía desde el cadalso y ya era viejo. Estaba en Inglaterra mientras las ratas repartían la peste negra entre pobres y ricos y ya era viejo. Estaba en Roma mientras los germanos derribaban el imperio y ya era viejo. Estaba ya en Egipto mirando divertido como de ponían las primeras piedras de la primera pirámide, y ya era viejo. Estaba sentado en la cima del Ararat cuando todo era agua y vio acercarse un gigantesco navío de madera, y ya era viejo. Estuvo en el antiguo valle, viendo salir a Caín de la tierra de sus padres quejándose por el dolor que la marca en su frente le producía. Y ya era viejo entonces.

Incluso estuvo como único espectador cuando el que fuera el más cercano a Dios cayera a la tierra después de rebelarse y ser exiliado. Incluso cuando sus tres compañeros nacieron él ya era viejo. Por que su labor era estar ahí para este momento.

Muchos lo ven como una creación más de su jefe, pero es algo más que eso, sus tres compañeros si lo son, nacidos por la necesidad de las debilidades humanas, pero él iba mas allá y por eso mientras que a ellos cuatro los respetaban y temían todos, él era tratado con cuidado incluso por sus tres compañeros. Pero hacía millones de años que no se reunían, excepto por aquella vez hace dos milenios sobre el Gólgota, cuando miraban las tres cruces y al ver la sangre corriendo y el cadáver de en medio decidían si era o no la hora.

Pero no fue la hora, ya que todo fue un montaje para demostrar un punto que se debía dejar claro entre los hombres. Por ello los tres quedaron intrigados por la dedicación y paciencia que todos demostraban con estos seres que no sabían las cosas más elementales sobre el sentido de la existencia.

Pero estaban aburridos y nunca habían tenido realmente un lugar entre sus compañeros, por ello, la idea extraña y alocada de vivir entre los hombres como uno de ellos no les pareció mejor ni peor que cualquier otra, solo diferente y por ello la llevaron a cabo.

Se levantó de la cama y se dirigió al ropero. La habitación parecía común y corriente, una entre tantas de las que hoy se consiguen en los edificios de departamentos, quizás a alguien le pareciera extraño que no hubiera muchos muebles nuevos ni cosas modernas mas allá de los electrodomésticos, el computador, la televisión y un equipo de sonido mas que decente, pero todo el resto parecía heredado de sus abuelos. Si un anticuario con ojo experto hubiera visitado ese departamento habría hecho lo que fuese por llevarse esos objetos; y si un científico les pudiera hacer una prueba de carbono, aullaría de la impresión por los resultados.

Pero en el ropero solo había ropa de los últimos cinco años, escogió una polera y se la colocó. Era una lastima volver al viejo estilo, ¿a alguien le importaría si llegara vestido de abrigo negro y camisa de seda?, ¿o con chaqueta de cuero y gafas negras? Mejor no tentar los ánimos. Pero la verdad es que las túnicas ya no eran lo suyo, fueran claras u oscuras, prefería la ropa normal, es decir humana…

¿Cuándo lo humano se había vuelto lo normal para él?

La forma afecta la esencia; incluso en algo como él, si no tenía cuidado, algo así llegaba a pasar. Por suerte tenía autoridad suficiente sobre la creación como para deshacerse de esos defectos cuando lo deseara, ¿pero por que no lo deseaba?

Extendió la mano y tocó aquello que guardaba al fondo del ropero, detrás de la ropa, apegado a la pared. Durante un momento sintió el tacto de los casi dos metros de madera serpenteante que eran el mango.

“Es verdad”, se dijo, “los humanos están bien para visitar durante las vacaciones de verano, pero la escuela también puede ser divertida y hay mucho que hacer”

Había que reconocer que era mucho lo que había aprendido desde la crucifixión, lamentaba que todo estuviera a punto de terminar así, pero el trabajo era el trabajo.

A veces se cruzaba con alguno de sus compañeros, pero nunca compartían mas allá de una mirada, nunca lo había pensado, pero ahora se daba cuenta que esa actitud era una forma de evitar pensar en el final, si se reunían deberían pensar en el momento en que tuviesen que volver a trabajar, así que se evitaban entre sí. Al resto de sus camaradas mas de media docena de veces no los debe haber visto desde el inicio de los tiempos; rara vez aparecían entre los hombres y de estas ocasiones, siempre intentaban aparecer lo mas lejos que pudieran de él.

“El resto de la eternidad será así” pensó, “rodeado de esos idiotas que me verán con miedo, sin mas cigarrillos, ni mujeres ni…”

Debió interrumpir su línea de pensamientos cuando sintió que era la hora. Por reflejo, metió la mano al ropero y apretando fuertemente el mango, estuvo a punto de sacarlo y salir de la habitación.

“Aun no” reprochó su falta de sangre fría, “Recuerda el procedimiento”. Si el procedimiento se llevaba a cabo como se había estipulado, en cualquier momento sería llamado el primero de sus compañeros.

Una noticia interrumpió el programa de la televisión, un extra anunciando una catástrofe de tremendas proporciones, pero él no le prestó atención. En este momento estaba sondeando la sala del trono donde se encontraba su jefe; además ya sabía mucho más que el canal sobre lo que había sido realmente esa catástrofe.

Si el procedimiento estaba correctamente hecho en este momento… ¡si!, allí estaba el jefe y su primogénito llevaba en la mano el libro y realizaba la sencilla pero poderosa invocación y entraba uno de ellos a la sala a ser instruido.

Relajó la mano y soltó el mango mientras miraba la ropa. Poco a poco fue consciente de la voz de alarma del locutor de la televisión, por lo que miró la noticia un poco. Finalmente decidió que era demasiado desagradable ver a ese pobre diablo intentar contener el pánico y mostrarse sereno frente a la noticia que estaba dando. Se acercó al aparato y encendió el reproductor de discos, mientras pensaba que si ese hombre se asustaba así por la primera catástrofe que sería de él cuando empezaran las realmente serias.

Tomó el estuche del mueble del televisor y comenzó a hojear los diversos discos que allí tenía; la mayoría eran sobre películas de acción asiática y animación japonesa, tomo una de las últimas y miró un combate en el aire entre dos peleadores alienígenas de trajes coloridos. Eran un vicio que le apasionaba secretamente desde hace un par de años, cuando las conoció a través de una muchacha de catorce años a quien inició en la vida sexual.

No había estado en Asia desde hace varias décadas y como nunca le interesaba nada que no sucediera enfrente suyo, no había sabido mas que de oídas sobre la caricaturas y siempre bajo la impresión de que eran cuestiones infantiles y poco dignas de atención. Ahora poseía una colección bastante grande en discos por la cual se esmeraba bastante. No eran nada ridículas para alguien que sabía tanto como él sobre la creación, es más, le habían dado más de una idea para cuando debiera volver a su trabajo. Por ejemplo las capas y abrigos, sería una buena idea causar una impresión visual a la gente para supieran que iba en serio y sin contemplaciones, no es que necesitara demostrar algo, pero la gente tiene ciertas expectativas y si bien no pensaba cumplirlas al pie de la letra, tampoco iba a decepcionarlos.

Su aspecto tampoco sería el clásico, quizás conservase el cabello negro, pero aumentara su estatura, ¿mas musculatura?, no, no es necesario; colmillos tampoco.

Sintió nuevamente esa sensación extraña y familiar a la vez y sondeó nuevamente los eventos que sucedía a millar dos de eternidades de distancia. No pudo contener la carcajada cuando vio al segundo de sus compañeros llegar con una capa roja encendida que ondeaba como si el viento la moviera. Al diablo con todo, si él se podía presentar con una capa tan chillona él también podía llegar con su abrigo negro y guantes sin dedos.

¿Valdría la pena otro cambio a su imagen?, podía reemplazar su herramienta, quizás una katana sería mejor o como en las películas donde solo un aliento cerca de la víctima bastaba para que todo empezara. No, su herramienta era imprescindible, no por alguna razón en especial, sino por que le gustaba como lo veían cuando la empuñaba. Aparte hacía juego con el abrigo.

Estaba vistiéndose cuando sintió nuevamente aquella sensación. El primogénito acababa de invocar al último de sus compañeros, debía apresurarse si no quería tener que presentarse vestido a medias.

Algo sonó en la calle. Algunos autos chocaban y mucha gente gritaba, mientras las sirenas a lo lejos de declaraban sobrepasadas por una catástrofe que la mente mas exagerada que haya existido entre los humanos sería incapaz de imaginar.

A pesar de ser el mas viejo, no era el primero en ser llamado, sino el ultimo. No era su labor empezar todo, sino asegurarse que acabara como debía. Cuando se diseño todo este plan simplemente pensó que era trabajo nada mas, debería salir a acabar con cuantos estuvieran al alcance de su poder y lo haría por que era la labor. Cuando comenzó a vivir como hombre creyó que sería lo mejor para acabar con una plaga. Ahora simplemente lamentaba el termino de lo que habían sido los mejores dos milenios que recordaba.

¿Y si se opusiera?, probablemente los otros tres lo seguirían, les gustaba tanto vivir como a él y sin ellos no importaba cuantos fueran el resto de los camaradas, no se atreverían a actuar sin ellos o en su contra.

Vivir más tiempo como una persona; había tantas mujeres afuera, tantas caricaturas en Japón que aun no veía, tantos cigarros y siestas.

Sentía que se acercaba el momento, miró su mano y vio que llevaba el abrigo de cuero en ella y la otra casi por propia voluntad se había acercado a tomar el mango dentro del ropero… pero sería tan placentero seguir para siempre como ahora mismo.

Sondeó por última vez los sucesos y vio al primogénito comenzado la invocación y pronto estuvo todo claro.

Ahora era realmente él, en clases, extrañando el verano, pero atento completamente a la pizarra y entregado al estudio, veía como sus tres compañeros lo esperaban, cada uno portando el regalo que el jefe y su primogénito les entregaran, una espada, una balanza y una corona respectivamente; solo faltaba él… aunque a decir verdad, hacía mucho que se preguntaba por qué el no recibiría un regalo.

Se puso el abrigo y con un rápido movimiento tomó el mango y por fin lo sacó del ropero. La hoja de la guadaña brilló levemente cuando la examinó, posteriormente la colocó a su lado y se apoyó en ella como si fuese un cayado. Por un momento apareció en su mente parte de la letra de una canción que escuchara hace más de tres décadas: “…vendrán, otros veranos…”. Si es verdad, solo es el final para esto, hay que aguantar hasta unas nuevas vacaciones.

Finalmente sintió cuando su jefe, el creador del cielo, la tierra y todo lugar asentía y su hijo único y primogénito, a quien conoció hace dos milenios crucificado en el Gólgota, abría el cuarto sello del libro rodeado del resto de los ángeles, arcángeles, serafines y demás que componían a todos sus camaradas del cielo.

Era el momento, pensó, y se presento frente al primogénito en el momento en que una voz salía desde el trono y bramaba: “VEN Y MIRA”.


26 – 04 – 2008
02:33 am




Texto agregado el 05-05-2008, y leído por 599 visitantes. (0 votos)


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