Estaba absorto en la lectura de un libro de Mika Waltari, cuando se me cruzó tú figura; esa imagen tuya que acelera los latidos de mi corazón y hace que mi alma y mi mente salgan raudas hasta la ventana de tu casa.
Fue como uno de esos relámpagos que preceden al fuerte trueno, en tardes grises de cielos encapotados listos para abrirse y descargar la lluvia.
Me quede ensimismado con el eco de tu imagen que traspasó de muro a muro mi estudio y llevándose parte de mí, raudo junto con el viento cambiante de esta mañana.
Fue tan grata la visión, que me trajo esa felicidad que solo a tu lado encuentro, y que ahora se en forma fidedigna que tu y yo, hemos sido pareja en otros lados, en otras vidas.
Algunas veces, nos conocimos desde chiquillos, logrando formar una familia y una larga existencia. Otras veces tú estabas casada y sufrías por el comportamiento de tu marido, y yo era tu amigo y confidente. Nada más que eso.
Algunas otras veces tú fuiste la adivina tarotista del pueblo y te consultaba para que me dijeras de mi futuro y los dos quedábamos mirándonos sin decir palabra.
Mucho, mucho más atrás, fuiste una dama española colonial en las colonias de América, muy religiosa como se estilaba en el 1700. Yo capitán de Tercios españoles, venido desde México. Que de requiebros, que de vernos en la iglesia para tocar tu mano cuando la hundías en el agua bendita. Verte con ese mantón de manila, la larga peineta en tus cabellos y tu rostro semi cubierto ocultando tus bellos ojos.
Podría mostrarte mil y una vidas transcurridas en donde tú y yo fuimos los actores de ese destino tan hermoso.
Ahora se que siempre te he amado, mi muy querida mujer y siempre te amaré así transcurra el tiempo.
Nomade...Son esos pequeños chispazos los que muestran ese tiempo transcurrido en el ayer |