Muchos de ustedes quizá abrieron este cuento pensando…que carajo va a escribir una socialista sobre Marilyn Monroe.

Pues si esperaban que dijera algo de esa mercancia...pues les aconsejo que se salgan de aquí.

No escribo sobre mercancías.

Si siguen aquí, quiero que sepan que voy a hablarles de Norma Jean Baker.

A Norma Jean Baker siempre la consideraron una niña. Nunca la dejaron crecer, ser independiente, decidir por sí misma.

Ella creció, pero parece que nadie se dio cuenta o no querían darse cuenta: ser mujer- niña, dócil, servicial, siempre produce dinero.

Norma Jean deseaba con todo su ardiente corazón alcanzar aquél sueño que atesoró desde la infancia: ser una gran actriz.

Su voz delgadita y su hermosa figura no la ayudaban: sus amigos, sus amantes, sus asesores, le decían que nadie la tomaría en serio: que mejor se quitara la ropa y posara.

Click!

Norma Jean se desesperaba. Ya se acercaba a los 30 años: sentía que no podía seguir perdiendo el tiempo. Quería que vieran que había crecido.

Los amigos seguían riéndose de sus pretensiones grandilocuentes.

Pero una amiga sí le creyó: la señora de un gran maestro de las artes escénicas. La llevo con su marido, quien, medio reacio, aceptó hacerla su alumna.

Entonces, Norma Jean tuvo la oportunidad de sentarse, callada, seria, estudiosa, en los sobrios salones de clases.

Por primera vez, no era la estrellita de Hollywood, no era la amante, no era la pin-up de las revistas para caballeros que furtivamente llevaban su imagen al baño.

Era la alumna, la aprendiz. Una nueva y extraña relación comenzaba para ella.

Había un método que, le dijeron, podría hacer su sueño realidad:

El Método, la piedra filosofal convertía todo en oro puro: Lo hizo con James Dean...¿Por qué no con ella?

Dicen que con El Método, Norma Jean había cambiado: ahora sabía actuar.

El Método había aflorado tanto dolor, tanto maltrato, tantas angustias…

Según El Método, la experiencia de vida de Norma Jean era un manantial de razones para lograr la pose perfecta, la lágrima perfecta, la emoción necesaria, que requiere el actuar.

Pero nadie creía en Norma Jean: no la ayudaba su hermosa figura, ni su voz aniñada, congelada en el tiempo.

No se puede luchar contra la genética…

Norma Jean pensó que llegar a ser una gran actriz de teatro era su última tabla de salvación.

En su gran inteligencia, Norma Jean sabía que, si no hacía algo, nunca llegaría a la edad madura: pasaría de la adolescencia casi infantil directamente a la vejez, en la que se convertiría en un objeto desechable.

Norma Jean a la basura!

Ella nunca quiso ser cosa, y mucho menos llegar a ser basura.

Soñaba que ser una gran actriz seria su pasaporte a que otros pudieran ver su Humanidad personal.

Y es que los medios de comunicación y el libre mercado habían convertido su hermosa figura y su voz añiñada en una mercancía para el disfrute de los caballeros que leían revistas de pin-ups en el baño, a escondidas de la señora de la casa.

Norma Jean nunca pudo llegar a ser adulta, no se lo permitieron:

Norma Jean era, y es, un buen negocio que produce millones de dólares…

Entonces, en la soledad y la depresión, un día de verano, a la temprana edad de 36 años…prefirió morir antes que no llegar a ser vista como un ser humano.

El otro día, yo lavaba los platos y escuchaba a Elton John, el poeta capitalista, multimillonario, al que le permitieron todo.

Porque produce millones de dólares.

Y oía “Ádios a Norma Jean”, y justo cuando el cantante decía “All the papers had to say
was that Marilyn was found in the nude”… una lágrima de compasión se escapó, traviesa, de mis ojos, resbaló en los platos, y fue a dar a las aguas servidas del sumidero…


“Ádios Norma Jean
Aunque jamás te conocí
Debo decir que tuviste la gracia de mantenerte
Mientras los demás se arrastraban

Se arrastraban en su negocio
Y te susurraron en el oido
Que tenías que cambiar tu nombre
Y convertirte en Marilyn Monroe…

…Me parece a mi que viviste tu vida
como una vela en el viento
Sin saber a quien aferrarte
cuando viniera la lluvia

Me hubiese gustado conocerte
Pero era sólo un niño pequeño
Hace tiempo que tu vela se apagó
Tu leyenda nunca se fue

La soledad fue dura para ti
El más difícil de los roles que interpretaste
Los medios hicieron de ti una superestrella
Y el dolor fue el precio que pagaste

Incluso cuando te moriste
Lo único que los medios vociferaron
Es que te habían encontrado desnuda…”

Ádios, Norma Jean.