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Es una playa incomodísima, ante Castillos, oteros de sus olas. Es estrecha, famosa, pero estrecha, con más gleba que arena.
Una joven muchacha se ha puesto la toalla, envuelta a modo de un redondo petate, bajo los riñones. El pubis escandalosamente suspendido, entre el trípode que forman sus largas piernas y la redonda cadera.
¡ Maribel hija ! – alza la voz su esbelta mamá – al descubrir la acrobacia de la chica, que ya no es tan chica.
Sonrisas matizadas por la sombra leve de las viseras de paja, del sol sobre las caras, risitas, miradas las cuales aparentemente miran sin desear ver, acompañadas de un discreto silencio. La mamá de la jovencita esparce su mirada, como el semicírculo de la a mano del sembrador, mientras escruta los ojos de los que estamos más próximos.
Ella estrena bañador, tres cada temporada, de flores, estampados, elásticos. Es alta, esbelta, rondando los cincuenta, y luce una negra variz sobre el perfil de la tibia derecha.
A su lado, pasea indolente una noruega. Sujeta su abundante anatomía con un dos piezas azul que destaca todavía más su mirada ojizarca. Alta, rubia, roja por el sol su piel musculosa y redonda.
La madre de la chica del trípode se observa así misma, en busca de una referencia somática, comparada con la imagen perfecta de la rubia noruega. Detrás de la rubia, cruza un moreno seboso, culicolgón, portando la sandía de su estómago en digno equilibrio con su trasero de hotentote; arriba, abajo, como una especie de elástico hipo.
Muy cercana se perfila una abuela que ve el mar por primera vez, con su bañador negro, de talla gigante, deja ver la flacidez de sus canijas y delgadas piernas..
...,¿A qué te dedicas ? - surge inopinadamente – sin venir a cuento, la pregunta de una voz anónima, rompiendo el silencio adormecido, sin obtener respuesta, ignorada por todos los presentes, fútil, inoportuna.
Una tata, brega con los chicos que se embadurnan de yogur y de frutas. Encendida ella, calurosa ella, sufrida ella.
...,¡Mira este! – dice una de las mujeres –al señalar al sesentón que sale del agua –¡ entra con el pelo blanco y sale con el pelo negro !...
Un niñato de veinte años, observando a diestra y siniestra, ¡ poca pela ! acaba por decirse. Mañana traeremos el otro coche, añade la mamá del niñato, sin apartar la mirada del auto, aparcado arriba del cercano camino. Un modelo nacional de la misma edad de su chico. Próximos al cacharro, los mercedes, despiden sus brillantes destellos multicolores. ¿Sus propietarios están.? Sí, pero siguen callados.
Un pequeño grupo de abuelos, alejado y reducido, hablan de política . Pues mira – dice unos de ellos, con chulería – cierro la fábrica y a vivir. Después de treinta años, esto, se lamenta.
Una abuela, maña por más señas, oriunda de Zaragoza le obliga con su voz, a girar la cabeza.:
---,¡ Willy ! – trae el pozal – clama la abuela al nieto que pelea con cubo y pala – y enseguida sigue con la arena de sus pies, con la toalla.
Compra, barato, te gusta, compra , insiste el feo y esbelto negrito, mientras muestra la abierta caja de herramientas, repleta con mil abalorios incapaces de evitar que la caja se cierre.
¡Vaya hembra !- salta una voz experta y mujeriega – observando el regreso de la noruega.- ¡ Ignorante !- replica la voz de la esposa preñada con ira incontenible- Tienes una liliputiense en casa y... no sabes qué hacer con ella. (Risitas incontenibles en el ambiente, como temiendo molestar, aceptando la cortante y a la vez rotunda precisión de la ofendida mujer.
Bajo una sombrilla, la chica cerúlea con aspecto de a.t.s. alza la vista ante el paso húmedo y atlético de un adonis. El aire, ante el descuido de la lectora, le gira la página del libro que estaba leyendo. Al mismo tiempo, una morenita cercana al lugar, lucha con el sujetador ¡ ojalá te caigas ! en un simpático malabarismo que hace sonreír a más de uno.
El de la barca, como cada mañana, emplea su tiempo en un inacabable calafateo, o algo así. Tirar y tirar de la lanzadera, sin conseguir arrancar el motor fuera borda, para dar dos cortas carreras, con las nalgas a rozar la mar salada; así es de pequeña su motora.
Hoy no ha aparecido el guaperas, con su camiseta de “ body building “. El whisky de anoche ha podido más que él.?. Seguramente...
Aquí, el que corta el bacalao, es el de los polos y cucuruchos. Venga sudar, pero mira,- le dice al colega que sigue sus huellas sobre la candente arena – ya he ganado mil pelas – y eso que es un día laborable.
Palas, cubos, tumbonas y toallas, supermercado del camping, pelotas... la pelota de colores que se aleja sobre el recio reflujo de la última ola. ¡ Rafa ¡ grita su madre – no toques esa caquita , que no es de nuestra urbanización.
El niño, obediente, se aleja de la negra flotación, abandonando la repesca.
¡ Faltaría más !

Robert Bores y Luís
P.de A.010-1994

Texto agregado el 04-05-2008, y leído por 77 visitantes. (0 votos)


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