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C.J.C. no es, como algunos pudieran suponer, don Camilo José Cela a quien tanto admiro, dicho sea de paso, si no Carlos Juárez Condal, zascandil donde los haya, individuo histriónico además de inconformista.
Perdedor según la opinión de algunos de los que se movían a su alrededor, gente temerosa, a quienes la inesperada situación de Carlos reconfortaba, al pensar que ellos se habían librado, momentáneamente, de aquella temida situación.
! Toca madera ¡

Acto I


Josefina de Juárez, esposa del susodicho C.J.C., de grandes ojos verdes y saltones, tenía una peca – mejor dicho – un garbanzo, con perdón de las nutritivas y hoy menospreciadas leguminosas, digo, lo tenía bajo su achatada nariz sobre su bezudo labio superior. Además, su gruesa anatomía, hedía a vaca.

Acto II

Su esposo. C.J.C., cesante, se apoyaba en su matrimonio morganático, ( de los llamados de mano izquierda ) para negarse a recibir los ósculos morbosos, ardientes y turbadores de su esposa; según esta en demasiadas ocasiones. Y no por nada, por notar el garbanzo antes que los labios, simplemente. Lo cual, si bien la amaba, no era capaz de evitar un gesto a modo de asco repentino.
Josefina, la pobre, mugía como una vaca despreciada, pero Dios sabe, que lo tomaba con verdadera resignación.

Acto III

Ante la gravedad del asunto la Josefina que, desde que su marido acabó en el paro, - es un decir – no había sentido nunca más solicitada su enfiladera, decidió, no sin antes meditarlo, consultar con su tío Marcial, sus frecuentes tribulaciones eróticas. Este, el citado don Marcial, empleado del Ayuntamiento, era un poco torero, como el lector podrá suponer fácilmente. Cuando intentó enfrentarse a su sobrino político, no lo vio nada claro.

Acto IV

El voluntarioso edil intuía que, sus atributos masculinos no alcanzaban el peso determinante que la política situación requería; sobre todo habida cuenta del enfado arrastrado por C.J.C. Esto de los pelendengues, pensaba el edil, viene a ser igual que los H.P. (horse power) de un automóvil, como diría mismamente un inglés flemático. Que el edil no disponía de reprís, o sea, aceleración estaba meridianamente claro. ! Evidente ¡- diría un pragmático –

Acto V

Carlos Juárez Condal, ilustre parado, se veía obligado a malvender su vivienda de propiedad, para pagar de su escaso peculio la cotización a la Seguridad Social, hasta su jubilación anticipada, por lo menos. Seguir cubriendo la inmediata demanda nutritiva de su esotérico estómago, era otro problema distinto; un problema enigmático.

Acto VI

Carlos J.C., llegó a sentirse dolorosamente cansado de tanto soportar a su Ministro de Hacienda, D. José Maria Sol, para los ujieres del Senado allegados a su coalición. La pérdida de su puesto de trabajo – esa dura realidad – ese bien escaso -( expresión que hace más doctos si cabe a los economistas ), devenía en una frustración personal insoportable. Carlos J.C., zascandil de pro, por causa de su ministro titular de Hacienda, vivía su ahora triste vida, con un cabreo de no te menees... Te diré...
!Qué remedio.¡ Es un cabreo geométrico, se decía. Además, que no alcanzaba a pagarse la Seguridad Social. ! y toda la vida trabajando ¡ Peor que un escritor desconocido !, mira tú si...

Acto VII

Pues señor, que le resultaba de todo punto imposible encontrar un trabajo, a pesar de que hacía un largo año que seguía buscando. Y pese al decretazo sanitario, digo, cúralo todo, que según el ministro D. José María Sol, para los ujieres del Senado allegados a su coalición política – se había promulgado – como acicate de vagos y maleantes, no conseguía emplearse. ¿ Será posible ? se preguntó un día, así, sin quererlo, que muchos prefieran morirse de hambre antes que trabajar.? Se le antojó una cosa rara; en fin rara...
Hay gente - “pa tó “- dijo una vez El Guerra, aquel famoso torero español, cuando le presentaron a un famoso poeta, también español. Pues sí, dicho sea de paso con el mayor respeto para, empresarios, próceres y los mismos ministros, por este mismo orden, respeto que no debemos escatimar, créanme siguió diciendo Carlos J.C., que por algo y para algo están, donde están y cuando están ; aunque a veces no se les encuentre. ( no se hace referencia a los ocasionalmente ausentes del Senado )- sigue Carlos diciendo.

Acto IIX

Así las cosas, es evidente que cuando van mal revierten evidentísimas, la imposibilidad absoluta de C.J.C.., para dar feliz cumplimiento y satisfacción a la sagrada obligación matrimonial, resultaba cada vez más ardua. Al intensísimo e intimo sufrimiento de su fracaso matrimonial, ahora se unía, el incomprendido sufrimiento de la impotencia del varón, del hombre, del macho ibérico en definitiva. “ En la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, durante la actividad laboral y durante el paro.”...debió decir el estimado cura párroco de la Parroquia de Santa Engracia, que los unió. Aquella obligación y deleite incluido, adquiría ahora tintes de tragedia. :
---, Griega. Diga usted que sí.
---. Icaro, no se asustó tanto en su vuelo al vacío, palabra.
---. Porque, dígame usted, a ver si es motivo suficiente, esto del paro, para que se le queden a uno, los dos, hueros.
---. Que sí, que tiene razón, sobrada razón. Ya nos lo dijo don Quijote “ aparta Sancho, que hueles y no a ámbar “.

Acto IX

Carlos Juárez Condal, impotente, parado ilustre, zascandil violento, inconformista, según el Instituto de Empleo, se había vuelto un apestado. Ya se lo venía temiendo, pero no se había enterado hasta hoy mismo. Y eso que, todavía le quedaba en la botella, un buen chorro de W&B ( White and Black): de ejecutivo, vamos.

Acto X

Apestan, dijo un psicólogo a otro animal de su misma especie ( humana, sin ulterior pretensión ) – psicólogo también – en un precavido, taimado aparte, ante la puerta de su gabinete, tras la cual deja toda esperanza el aspirante mayor de cincuenta años.
---.Ya me parecía a mí que tenía cara de cancerbero, musito otro aspirante que terminaba de transmutar la fase PEPLT ( parado, estacionado, por largo tiempo).
---.Si señor, vaya ojo clínico el de usted., osó decir otro aspirante.
---.Aquí, los más ignorantes, quedamos deslumbrados, refunfuñó uno más.
---¡Esta gente!- largó otro apestado – de oído finísimo, ingeniero de telecomunicaciones, por más señas, también en un aparte.
---.Que sí, don, que los empleados y similares desean apartarse .
---Ya se sabe. Dime con quién andas y te diré quién eres...
---.Lo que más me jode, - aventuró el de comunicaciones – es que apenas saben hablar por teléfono y pretenden decirme, cuánto tengo que ganar..
---Usted ha visto alguna vez un burro calvo?- apuntó un enano - en el momento de observar la exagerada alopecia del psicólogo entrevistador.

Acto XI

Por cierto, D. Marcial, el edilicio voluntarioso, tío de Josefina de Aguirre y Juárez, luego de que C.J.C., le refirió la entrevista anterior, amparándose en su sentido común y discreción, decidió posponer su enfrentamiento, hasta tanto C.J.C., no encontrara trabajo. Si lo encontraba....
En el momento de comunicar a su estimada sobrina esta decisión, la Josefina, mujer ya despechada, se echó a llorar con un mugido intermitente, ahogada, como los bebes que se encanan. El edil, solícito él, sopló nerviosamente sobre el garbanzo, consiguiendo que volviera a respirar. Sin embargo, no cesó el mugido intermitente de la despechada Josefina.
---, Pues mire, el paro bueno...pero lo otro...terminó por suspirar.


Acto final

Esa misma noche, Josefina de Juárez, ya en el tálamo- ¡ santa institución ! tuvo fuerzas todavía para insinuarse a su cesante marido, el cual como era de esperar, rehusó el encuentro por imposibilidad manifiesta.
---,¡ Unas tanto y otras tan poco ! – aseveró Josefina con santa resignación – al tiempo de comentar el traslado obligatorio de las rabizas de Barcelona a la Zona Franca, una zona industrial, claro.
....,Lo mismo que los Ministros y los parados, remató C.J.C., sin poder abandonar su habitual “cabreo”. De nuevo con perdón de la R.A.E.
Luego, algo más tarde, sin más, confortados por la proximidad de sus mutuos pesares...intentaron conciliar el sueño. ¡ Ja !,... no lo consiguieron.

Usted, ya nos advirtió en su día don Camilo, cuando le otorgaron el premio Nobel, a poco de negarle el Cervantes ¡ hay que joderse !


Robert Bores y Luís
P.de A.- 010-1994

Texto agregado el 04-05-2008, y leído por 87 visitantes. (0 votos)


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