Solo a veces frente a los patios sangrientos
El karma del viento pronuncia la hora,
Escuálidos murmullos de tierras ajenas
Vienen rebotando sobre cuerpos agónicos,
grisáceos;

Déjame besarles de vez en cuando la frente
Sin sentir el asco que emana tu aliento
cuando se adhiere a la piel de los vivos
como rana venenosa del fango mas pútrido.

Déjame soñar que la incontinencia de lo escrito no lleva pañales
Aún cuando el lánguido caminar se hace resorte
Y la vieja melodía como sentencia de muerte
Mastica sus dientes con las encías.

Quédate con tu filosofía de tonalidad imperfecta
Yo me guardo tu esqueleto en el corredor de los impunes
Para cuando llegue algún perro hambriento y sin prejuicios
Pueda repasar tus coyunturas por mil años.

Déjame ser esa flor de barro que crecería como fenómeno junto a tu lápida
Así poder empinar mis espinas sobre tus escuálidos caninos
Y dejarte mudo como la tierra que ahoga los cuerpos de los no vivos.

Déjame sacudir los corazones sobre sus tórax,
Brindarles todo mi aire a sus sarcoidóticos pulmones,
No te los lleves cuando aún entonan una mirada ruidosa,
Y si lo haces, encargate de llevarte también sus cuerpos,
Que sin ti… ya no los quiero.