Érase una vez
un bufo norteamericano,
cómico decente,
plenamente volcado,
físicamente entregado
a moverse
con hábiles torpezas
en los encuadres
de la gran pantalla
y en omnipresentes,
ubicuas,
televisionas pantallas,
Érase una vez
un actor bastante bueno
aunque no extraordinario,
de gran despliegue físico,
solvente en los cielos
de los que vuelan bajo,
capaz de resolver personajes
y situaciones,
con socorrida eficiencia,
y un día creyó posible,
un día le sugirieron
que le sería posible,
rayar a mayor altura,
trabajar como ciertos genios
que han puesto su firma,
que nos han dejado
obras monumentales,
lo creyó posible y lo intentó,
intentó hacer la de Chaplin,
intento hacer la de Peter Sellers,
quiso jugar en la misma cancha,
de “La Quimera del Oro”
y “La pantera rosa”
de “Tiempos modernos”
y “Dr. Insólito”
quiso ser lo que no era,
creyó posible emular,
creyó posible superar,
a golpe de gastados artificios,
limitaciones propias y ajenas,
quiso ser lo que no era,
emprendió vuelo una vez más,
pero esta vez mucho más alto,
y se desplomó en plena pantalla,
entre los estertores de su falso bigote
y la sequedad de su voz estrangulada.
Eytán Lasca © abril de 2008
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