Eran las cinco.
Prontos para ir al sur.
Cogimos nuestras valijas, armas y deseos de no ir, y salimos.
Es un camino bastante bueno para ser selva pura.
Pensaba yo, que locura, si algún día este aire húmedo y caliente me llevase.
Pero el sur, siempre reconforta, siempre.
A la hora de viaje, sentimos un ruido fuerte, y era seguro que no era día de suertes, habíamos pinchado.
Marisa tendría que llegar antes de la noche, los niños la esperaban. Los reactivos, que son escasos, perderían la cadena de frío, y los diagnósticos se tirarían a la basura.
Todo por un pichazo rumbo al sur.
Cuando comencé el cambio de esa rueda por suerte llegó la tormenta, el agua corría por los poros, se embebía en ella misma para embeberte a ti mismo.
Marisa, miraba y pensaba:
Hoy “pinchamos rumbo al Zur.”
Para mi esto era nada, no me daba ninguna lastima que algunos niños se queden sin su medicación.
Esta historia era repetida, cambiar la cubierta, mojarse, salir lo antes posible para que no nos disparen los pobladores cercanos.
Marisa me miraba, vi rabia en sus ojos…la sentí, tenia razón. Soy un insensible.
“Pinchamos rumbo al Zur”, me decía.
Nunca la entenderé.
Al cabo de unas horas, la cadena de frío, que era muy delicada, se rompió.
La medicación se estropeó.
Quedarán para los veterinarios de “Utonde”. Los que crían monos.
Marisa me seguía jodiendo la existencia mirándome, con su rostro fuerte firme, y sin contemplaciones.
Ella no le teme ni a los militares, ni a la guerrilla, ni al fuego.
Ella quería sus cosas pronto en el hospital
Pero no, no llegarán, no tendrá suerte.
Ella sabe que soy de muy mala madera, que nada me interesa.
Pobre de ella, no conoce esta parte del mapa.
La muerte es salvación…
La medicación estira agonías. Nada más.
Hace unos años lleve AZT a un poblado y lo quemaron, amenazaron con matarme si regresaba. Esas cosas de los blancos fueron creadas para dañar, nada más.
Yo en el final de la historia solo pienso en que serán unos niños menos en este lugar de millones de enfermos, pero Marisa no. Marisa, quiere llegar.
Capitán, “Pinchamos rumbo al Zur”…retumbaba en mi mente.
Marisa, ¿Por qué mierda, dices Zur, y no sur?
¿Que dices capitán?
¡Eso! Eso que escuchaste.
Mira pedazo de una porquería, el Zur, es lo mas lejos. Más lejos que tú sur.
Ese sur que perdiste hace tiempo ya. Sino regresas a las bases. Capitán, serás un simple viajante al sur.
Viajero de nortes a sures…sin nada en el alma.
Marisa me enseñó, que se puede, se debe viajar al Zur.
Debemos hacerlo lo antes posible.
Debemos llegar.
Por los niños.
Para ellos. Por ellos.
Ella les da todo para que solo Dios decida el final bueno que deberán tener.
Marisa, gracias.
Un capitán, que viajando al sur, llegó al Zur.
Un capitán, entre selvas, guerras, muertos, niños, sombras, y un pinchazo.
Pinchazo rumbo al Zur…
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