Mi nombre es María Laura Alcaráz, psiquiatra, especialista en terapias de vidas pasadas, tal vez me dediqué a esto por un libro que me obsequió mi primer analista hace ya.....ni lo recuerdo!!! El libro de Brian Weiss, me impactó y creí reconocerme en muchos de sus relatos.
En estos días estoy muy susceptible...deben ser los años que van acumulando recuerdos...
Pero los recuerdos se van entremezclando con sensaciones, emociones, sueños....
O quizás realidades de esta u otras vidas...
No todos tenemos la oportunidad de reconocer y reencontrar al amor de todos los tiempos.
Es bello y doloroso cuando se encuentra a DESTIEMPO.
Me considero una mujer evolucionada para la época lo que no me permite estropearle la vida al joven del que me enamoré locamente, y destruir mi bien formada familia.
Escribo para una revista de psicoanálisis, y una tarde recibí en mi casilla de mail el mensaje de Alejandro Baiardi, el cual me decía que había algo que le impulsaba a escribirme y que sin saber bien que era estaba seguro que me amaba.
Sentí que lo conocía, algo me llevó a contestarle en forma amena y sin la formalidad de una profesional.
La respuesta no tardó en llegar, el vivía en un país limítrofe y nos contactamos por Chat.
Ahí me enteré que Alejandro tenía treinta años y yo omití mi edad, me comporté como una mujer de treinta años, o sea un par.
Las primeras conversaciones fueron algo irrelevantes, mi curiosidad impidió analizar los hechos, y me dejé llevar por los recuerdos...
Sí!!! Compartíamos recuerdos, a medida que íbamos conversando se hacían más intensos, más vívidos, más reales.
Conocía mis gustos, mis lunares, mis gestos como yo los suyos...
Las vivencias eran intensas, era evidente que nos reencontrábamos, que nos reconocíamos....
Pero...como decirle que yo casi lo duplicaba en edad?
Cuando... hablábamos de tener una hija, de formar una familia.
Intenté en varias oportunidades aclarar la situación, pero al comenzar el diálogo con él, ya no era la psiquiatra, la señora, sino era su mujer esa que en otro tiempo compartió su vida, y él era mi hombre y me lo hacía sentir en todo momento, me pertenecía, nos pertenecíamos como en todos los tiempos, como en todas nuestras vidas anteriores.
Solía enviarme cartas de amor, con la pureza del primer, único y verdadero amor, y yo las contestaba con el mismo sentido dirigidas hacia el amor de mis vidas.
Conversábamos, reconocíamos nuestras voces, uno comenzaba el recuerdo, el otro lo proseguía, y así pasábamos las horas atesorando con devoción nuestra unión, en este tiempo.
Mi testarudez, impidió comentar semejante despropósito y falta de ética con mis colegas. No pedí ayuda, y me ví envuelta en una maraña de la que debería salir y no quería... sabía que decirle la verdad era perderlo, pero la razón pudo más que la locura en la estaba inmersa.
Una tarde le escribí una carta diciéndole la verdad, creo que él algo intuía y aceptó mi alejamiento intentando minimizar los hechos.
-Perdonáme, me dejé llevar por los recuerdos, todo lo que te dije es verdad, salvo la edad y creo que ni siquiera en eso te mentí, por que cuando hablaba contigo era la María Laura de ese tiempo...-le dije en nuestra última conversación.
-Si te esperé treinta años, puedo esperarte otra vida más...Ahora sé que existe la memoria, tú me diste una razón para vivir, creí que jamás podría llegar a encontrar a ese amor que latía en mi corazón y al cual le pertenezco de por vida. Apareciste y cambiaste mi mundo, seguiré siendo el mismo solitario que era, pero con tu presencia.
Nunca!!!... entiende bien, nunca una mujer despertó en mí algo siquiera parecido, y no tengo dudas que sos y serás la mujer de mi vida. Nadie ocupará tu lugar imposible encontrar dos iguales y a ti. te encontré por eso me siento pleno.
Sus palabras me trajeron a la realidad, con su madurez para reconocer los hechos y las causas.
Yo, con todo mi bagaje de conocimientos acumulados no pude escapar a la depresión...
Pasó el tiempo, me recompuse, volví a ejercer mi profesión, desde otra perspectiva, desde la vivencia, desde lo que la mente guarda y reconoce cuando se le presenta, desde la experiencia vivida.
Hoy, no sé por que estaba releyendo sus cartas, sus poemas, sus pensamientos y cupido volvió a atravesar mi corazón...
La amo, la amo, la amo
Suyo Ale
Lo amo, lo amo, lo amo
Suya Ma. Laura
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