La fragua estaba siempre encendida en el taller.
Alli los forjadores de metales , templaban sus espadas y cuando habían terminado los campesinos forjaban sus herramientas.
Todos utilizaban el mismo fuego , y el mismo calor para vencer el hierro.
Los Hireofantes, decidieron consagrar el fuego, para usarlo en sus operaciones de sublimación , y el fuego que antes era consagrado en la obra operativa del pueblo libre, pasó a ser algo inasquible cuando se apoderaron de el los pseudo sacerdotes...
La maestría en el arte de forjar metales se habia transmitido de generación en generación y todo hombre libre sabía como hacerlo... La mistificación de la forja implantada por los sacerdotes intelectuales y totalmente ignorantes de un acto tan simple, desunió al pueblo y no creó mas que discordia...
Los sacerdotes, traidores al pueblo , esperaron al maestro forjador mas anciano de la comarca, a quien todos reverenciaban por su sabiduría y conocimiento en el arte de la fundición , e increpáronle a que iduciese a el pueblo a venerar el arte que ahora ellos querían enseñar.
El anciano , negose a servir de mediador y tras darse vuelta para marcharse , recibió una puñalada en su cuello asestada por uno de los sacerdotes.
Todos cómplices del brutal asesinato , se encargaron de confundir a el pueblo e impartirle por milenios el desviado y desvirtuado arte de forjar.
En la oscuridad de los tiempos, algunos pocos conservaron el arte libre de los herreros... y sin conspirar ni revelarse, fueron sembrando en silencio la verdad entre los humildes....
El arte popular de la forja, elevó nuevamente entre los hombres libres el afán de la superación , y entonces el pueblo libre ahora dueño del fuego nuevamente , sublimó las impuresas que ensuciaban el hierro...
y brillaron nuevamente las espadas de los guerrero y los campesinos otra vez forjaron sus herramientas...
|