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Inicio / Cuenteros Locales / maranti2 / \"LAS ZAPATILLAS PÚRPURA\" (Cuento INFANTIL)

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Cuento de: Ma. Antonieta Campos P.

En casa de Nicanor, reinaba el silencio. Su esposa había ido a comprar lo necesario para preparar los alimentos del medio día.
Su hija Irina, - que era para él toda su vida - no tardaba en llegar de la escuela. Hacía tiempo que no le iba muy bien en la carpintería, y el dinero estaba escaseando. Tenía que ver la forma en que pudiera sacar más, pues cada vez las cosas costaban más y ya no les alcanzaba para completar con el gasto del mes. Irina tenía 12 años, y soñaba con ser bailarina de ballet. Nicanor dejó de pensar, pues en ese momento recordó que tenía la prensa puesta para unir dos maderos. Pensó que ya había sido el tiempo suficiente para retirarla. Y mientras esperaba que pegaran bien, pues tenia que hacer una mesa, Nicanor pensaba en voz alta... “¡Caray! ¿Cómo le haré para ganar más dinero? Lo que gano ya no nos alcanza, y cada día esta mas caro todo. Irinita quiere que le compre sus zapatillas, yo necesito comprar pegamento y clavos... El no se había dado cuenta de que Irina había llegado, y sin proponérselo ella se dio cuenta de la situación por la que atravesaba su padre. Fue en ese instante que corrió a abrazarlo y le dijo: “Padre, ya llegué de la escuela. ¿Cómo está? ¡Trabaja mucho! ¿Quiere que le ayude en algo?” Era tanto el respeto y la admiración de ella hacia su padre, lo veía trabajar y trabajar al igual que su madre. Ellos estaban dedicados en cuerpo y alma a ella. - ¡No mi reina! No te pongas a ayudarme, - le dijo su padre - Ve a encontrar a tu madre, tal vez ya venga de regreso. ¡Ayúdale a ella con lo que puedas! ¡Anda, ve! Ella obediente, salió corriendo en su busca. Al ir por la calle la niña pensaba que le diría a su padre que ya no iba a necesitar las zapatillas, pues no quería que ni el ni su madre se mortificaran por no poder comprárselas. Iba cabizbaja y pensativa, cuando su vista se topó con algo de color púrpura claro. ¿Qué es eso que esta tirado? ¡Unas zapatillas! Y... ¡Qué bonitas son!! ¿De quien serán? Volteó para todos lados para ver si había alguien a quien se le hubieran caído, pero no vio a nadie. Las miró y se dio cuenta de que eran de su talla. Quiso probárselas... ¡Veré cómo me quedan! Se puso una y luego la otra. Sintió una sensación extraña, como de júbilo, ganas de bailar, escuchó música y sus pies empezaron a danzar. Bailaba como si fueran las zapatillas las que la llevaban bailando,
en ese momento salieron mas bailarinas y bailarines.
Ella estaba extasiada. Parecía como si viviera en un cuento de hadas, todo era tan bello, el lugar... ¿En dónde estaba? En ese momento se dio cuenta que no era su pueblo donde se encontraba, era otro, diferente, mas.... ¡Bonito! Paró de bailar, pues una de las cintas de las zapatillas se le soltó. Se agachó para amarrarla. Sintió que en ese momento le cayó una moneda en el vestido, luego otra, y otra y muchas más. Las personas que la estaban viendo bailar, creyeron que estaba haciendo una reverencia, pues ya había terminado y ese era el pago por deleitarlos con su baile. Tomó las monedas, las iba a guardar en la bolsa de su vestido, pero... ¡También el vestido era otro! Era un vestido de ballet que hacía juego con el color de las zapatillas. Ella pensó... ¡Las zapatillas son mágicas! ¿Qué sucederá si me las quito? Hizo montoncito el dinero lo puso en el suelo y se sentó para quitárselas. Acto seguido, sucedió lo que pensaba. Al quitárselas todo volvió a la normalidad. La música dejo de escucharse, los bailarines desaparecieron. Ahora estaba sentada en la calle que daba hacia su casa y de todo eso solo quedaban dos cosas... ¡El dinero y las zapatillas! Saltó de gusto y corrió a su casa. Genoveva su madre, iba llegando también. Irina llegó corriendo... ¡Papá, mamá! ¡No me van a creer lo que les voy a contar! Les relató lo que había vivido y sacó las zapatillas. No eran unas zapatillas del otro mundo, eran comunes y corrientes. ¡Pero tenían magia! ¡Aquí está el dinero! La cara que pusieron todos era de gran sorpresa, pues las monedas eran… ¡De oro! ¡Mi reina! -Le dijo su padre a la niña- De seguro tienes un hada madrina que te ha querido premiar por ser una niña buena y estudiosa. Con este dinero podrás comprarte otras zapatillas, nuevos vestidos, libros y lo que necesites, para que puedas estudiar y ser la mejor bailarina del mundo. Estaban tan absortos que ni siquiera se dieron cuenta de que unos ojos maliciosos veían por la ventana. Era Casilda, una “amiga”, bueno; compañera de Irina de la escuela. Era envidiosa y mala, pues a todas sus compañeras les había hecho alguna vez alguna travesura. Irina se había escapado de eso. ¡Esta era su oportunidad! Cuando los padres de Irina se fueron a descansar después de la comida y de tantas emociones, ella se dirigió a su cuarto con su tesoro en manos. ¡Las zapatillas púrpura! Su cama tenía en el respaldo, una forma de lanza de cada lado, y en uno de ellos las colgó, para luego recostarse a dormir un ratito y reposar la comida. Sin darse cuenta puso al alcance de su envidiosa “amiga” su tesoro. Al colgar las zapatillas, quedaron cerca de la ventana y ella inocente nunca pensó en la maldad de la gente. Casilda esperó paciente para poder tomar lo que ella sabía que la iba a hacer inmensamente rica. Cuando Irina se hubo dormido, la codiciosa niña arrimó una gran piedra para subirse y poder tomar las ansiadas zapatillas. Acto seguido, salió corriendo. Ya que se había retirado suficiente, desesperada pues ya quería experimentar lo que su “amiga” había contado. Se sentó en el suelo, se puso la primera zapatilla, y no sintió nada. Tomó la otra y entonces fue que se dio cuenta que estaba sentada a la orilla de un lodazal, donde había varios puercos enlodándose felices. Rápidamente se levantó y... ¡Qué empieza el baile! Solo que este era diferente del que contó Irina. ¡Puntas, talón, sentón! ¡Puntas, talón sentón, maroma, manos al piso, pies al piso! El baile era como el de los bufones que bailan para los reyes, solo que ella bailaba para el rey de los puercos. ¡Y era un chilladero de estos que ya la tenían loca! Cómo pudo, se empezó a quitar una zapatilla, pero la otra la hizo echar una maroma y para finalizar... ¡Cayó en el lodazal de los puercos!
Parecía que éstos se reían de ella. Ella furiosa, como pudo se levantó, salió de ahí y como todavía traía puesta una zapatilla, que parecía que todavía quería seguir brincando, se la llevó saltando hasta llegar a un pequeño lago. Y... ¡Qué la hace brincar para darle un chapuzón! En ese laguito había ranas. Casilda seguía recibiendo su castigo por robar las zapatillas. Saltaba como rana... Se veía rete chistosa. En un instante se empezó a juntar gente y empezaron a reírse de ella a carcajadas. ¡Era más de lo que podía aguantar! Si no salía pronto de ahí, se iba a volver loca. Como pudo salió del lago, no sin antes echarse unas marometas. ¡Claro que no salió sola! Venía acompañada de algunas ranitas, que había levantado en el lago. Todo mundo se reía de ella, lo malo era que no podía quitarse las zapatillas. Tan humillada se sentía, que dijo; ¡No vuelvo a tomar nada que no me pertenezca! Y como por arte de magia las zapatillas se desamarraron y se las pudo quitar. En ese momento cambió el paisaje. Y las zapatillas volvieron a su lugar. ¡Con su dueña, Irina! En eso, ella -Irina- se despertó y se quedó pensativa... ¿Sería un sueño el que tuve? Debió de serlo, pero... ¡Qué chistosa se veía Casilda dando maromas! Volteó para ver si estaban ahí sus zapatillas púrpura en donde las había colgado. ¡Allí estaban! Para Irina había sido solo un sueño… No para Casilda, que había aprendido bien la lección. ¡Respetar lo ajeno! Las pondré en un buen lugar, en donde Casilda no las pueda alcanzar. - Por si las dudas- Aunque... ¡Creo que ella no sería capaz de tomarlas!

FIN.

Texto agregado el 03-05-2008, y leído por 915 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
17-02-2009 Hermoso cuento, creo que debieras dedicarte mas a este rubro, no lo haces mal...Un abrazo...Walter gerardwalt
04-05-2008 Bueno, bueno; aclaro que no soy ninguna experta en cuentos infantiles, sólo escribí esos dos que leíste seguro, pero me gustó. Imagino que es un cuento para jóvenes, no para chiquitos. Lo de las zapatillas, me remitió de inmediato, a una película que vi cuando era una nena y en cuanto la vi, me la pasé caminando en puntas de pié durante años! Jájaaa... qué cosa!Estrellas!***** MujerDiosa
03-05-2008 Un cuento muy divertido donde se hace justicia. Con reminiscencia de otros tiempos... flop
 
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