La miraste sin interés, sin vida, ella lo noto y te miro de una forma extraña, de una forma que no estaba entre tu diccionario de miradas, te acercaste lentamente temiendo que esa mirada única se perdiera entre el tumulto de miradas del lugar. Llegaste a su lado y ella miro hacia otra parte, pero sin mirar… ella se sabía contemplada y recorrida por tus ojos. Dijiste hola, pensando que la palabra sonaba idiota para ella, que no era nada comparado con el hola que salio de sus labios de cristal. La invitaste a salir del tumulto de gentes, de duras miradas que te observaban como un extraño, como un hombre más del mundo. Sonreíste y la volviste a mirar a ella a los ojos, mientras te decía que la noche estaba preciosa… ¿la besaste?... sí, tu la besaste y ella respondió sin temores ni prejuicios… ya la conocías, ¿verdad?, esos labios los habías besado antes… a pesar de no haberla visto nunca, sabias que hace muchas vidas, muchos siglos, tu y ella había sido uno. Se lo hiciste saber y ella te miro como la primera vez... pero bajo la vista y una lagrima recorrió su mejilla… ¿la secaste?... ya no lo recuerdo… pero le dijiste que a tu lado no debía tener miedo… que no lo harías nuevamente, que no la abandonarías ni un segundo mas, ella te miro a los ojos y te sentiste perdedor ante tu propio reflejo… ¿Qué habías ganado con todas las otras?... ¿Qué habías logrado besando y abrazando a otras mujeres si a esta, a la que esta frente a ti no pudiste siquiera hacer sonreír?... acéptalo cruel invento de Dios… eres un hombre… un hombre como muchos otros… el amor no te es negado, pero tu mismo te niegas a mirarla a ella a los ojos, a esos ojos de descabellada belleza… recuerdo fugazmente que ella te miro mientras las lagrimas aun resbalaban de sus ojos y caían como un arroyo por sus mejillas, en ese momento soltaste su mano, sabias que era la mujer de tu vida, la esperada por incontables amaneceres, la añorada en otros cuerpos.... Sí, ella te suplicaba que la besaras en los labios y le juraras amor eterno… sé que no te sentiste merecedor de eso… pero no era necesario levantarte rápidamente y decirle sin mirarla…”adiós”. |