Soy un ángel, ¿caído?
Hola señor. Me pregunto si yo seré uno de tus Ángeles caídos, me lo pregunto porque a veces me siento tan oscura en mis pensamientos, a veces quisiera reclamarte tantas cosas, pero luego lo pienso y siento que no es hacia ti el reclamo, no se hacia quien dirigirme y es entonces que me dirijo hacia mi. Y aquí me encuentro yo, sola en medio de la oscuridad, con mi cuerpo lánguido y fofo, soy una masa que escapa de la luz, preocupada todo el tiempo de poder pasar desapercibida ante la gente que me amedrenta cada vez que el reloj hace su tic tac, ese escabroso sonido que me escandaliza y revuelve mis entrañas, de saber que pasa el tiempo y yo sigo aquí enmarañada, con la mirada proyectando el desasosiego que vive mi alma encogida y pálida al pertenecerme. Me siento entumida ya, me siento tullida de placeres que se muy bien podría darme de salir de este lugar oscuro, frió, lleno de serpientes, ratas y cucarachas que me mantienen inerte para no ser percibida, este lugar enmohecido, húmedo, podrido dándome la sensación de asfixiarme. Pero aquí me quedo, no salgo, aquí prefiero estar, aquí me caí y de aquí no me muevo, porque las sombras que se ven desde el hoyuelo por el que respiro, me incitan a sentirme como un estorbo en la tierra, y los olores que de ahí provienen son tan agrios que mis pulmones se sienten frágiles y a punto de destemplarse para por fin dejar caer mis estropeadas alas, y así lentamente dejar pasar las imágenes mas sutiles que alguna vez me hicieron sentirme parte de este mundo. Pero no, a pesar de todo sigo aquí, sangrando por el pecho, que me duele tanto que a veces creo desfallecer, y caigo en un profundo sueño amargo repleto de endemoniadas aventuras que al momento más tremebundo me despierto, con el pedazo de corazón que me queda, palpitante, a punto de detonar mi existencia fallida en este mundo. Pero no, no sucede y sigo aquí, perpleja, hundida en mi mar de ilusiones que, a la vez me mantienen viva y a la vez me destrozan el alma. De repente creo mover un dedo, y me escandalizo de tal logro, después creo haber extendido una pierna que parece comenzaba a gangrenarse, al instante siento mis labios resecos y partidos despegarse para emitir un sonido, y algo pasa, entra mucha luz súbitamente, y yo me quedo estupefacta, inválida de pensamiento, me atormenta que me vean, que me escuchen, porque soy un ser indómito, fútil, y ridículo, que no tiene razón para existir, y entonces nuevamente me recojo y me encojo, para no escuchar, y que no me escuchen, para no verme y que no me vean. Me quedo aquí, permaneciendo impávida, contenida, sintiendo corroer por mi cuerpo sangre purulenta, que cada vez carcome más mi interior, creándome la ilusión de que un día a través de la asfixia que me hace sentir, pueda llegar el día en que al fin mi mente se difumine, mientras mi alma y mi corazón se emulsionen, y mi cuerpo se evapore, para no existir mas en este mundo pueril y vacuo, lleno de saña, y desdeñosas criaturas capaces de matar por nada, capaces de acabar conmigo por ser mendiga de una razón para estar aquí, sin saber por qué y para qué caí aquí, condenada a vivir sin poder elegir, sin poder elegir….