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Feliz cumpleaños José


Todo marchaba, nunca mejor dicho, viento en popa. El cielo estaba de un color azul como pocas veces se podía ver. Ninguna nube se veía en los contornos. Y allá, a lo lejos, el horizonte seguía marcando la, ya muy vista, línea imaginaria donde el ancho mar se confunde con el firmamento.

El mar se encontraba en calma y solo el blanco de algunas cuantas crestas de olas se atrevían a romper el azul del mar por donde se desplazaba el corcel de madera de José Díaz

De pie al frente del timón de su pequeña nave podía ver las velas henchidas por la suave brisa que estaba soplando. Delante de él no había nada que pudiera distraerlo. A ese paisaje tan monótono, que diría algún inculto de mar, él lo veía maravilloso. Por mucho que lo mirara siempre le parecía distinto. Siempre lo llenaba de calma, de tranquilidad.

Era feliz cabalgando sobre su bestia indomable. Cada vez que tenía un tiempo libre se dirigía al embarcadero en donde estaba amarrado y le soltaba las riendas para que se encabritara en lo ancho y largo de la sabana marina.

A veces, muy pocas, era el único garañón que surcaba la planicie de agua salada. Aquello si era sentir la libertad. La brisa marina dándole en el rostro, el golpear de las olas a ambos lados del armazón, con las consabidas salpicaduras del agua. Era feliz viendo a la popa de la nave cortar continuamente la planicie del mar. Y ver tras de si la estela de espuma blanca que dejaba a su paso. Por el suave deslizar del casco sobre el líquido elemento más bien parecía que intentase agarrar vuelo.

A José le gustaba estar en compañía de todos sus amigos y amigas. Por eso de vez en cuando, por no decir casi siempre, se le podía ver acompañado de alguno de ellos a bordo de su barco.

Siempre, por cualquier motivo estaba organizando alguna salida cara al mar abierto. El cumpleaños de alguno de ellos. La salida de la gran regata de la zona, La llegada de un trasatlántico de los grandes, el motivo era lo de menos lo importante era disfrutar de la compañía de sus amigos en alta mar.

José era querido y apreciado por todos y todas las personas que le rodeaban. Tenía un algo especial que alimentaba la amistad en las personas. Aun sin conocerlo físicamente te magnetizaba con su humanidad.

Pero hoy iba solo al mando de la nave. Hoy la tristeza y, un poco, el desanimo, empezaban a hacer mella en él. Hoy quería estar solo, quería hablar con el viento, contarle al mar su penar. Buscaría consejo en las olas y esperaría que en el susurro de la brisa le trajera la respuesta. Sabia que el viento, su mejor amigo, le solucionaría esa duda.

Hacía ya tres semanas que había recibido la amarga noticia del naufragio del barco de un amigo. Y ni él ni su nave daban aparecido. Todas las barcos, veleros, lanchas, botes etc de la localidad salieron en su busca incluyéndose él. Los buscaron inútilmente por espacio de dieciocho días y la noticia triste era que hacia tres días que habían abandonado la búsqueda. De ahí su desanimo, aparentemente era el único que tenia esperanzas de su aparición.

Tenia la esperanza de encontrar a Paco, que así se llamaba su amigo, en algún punto de la estepa marina. Le preguntó al viento, le rogó a las olas. Les prometió que realizaría “Una ruta jacobea marina” si su amigo aparecía. Oteo el horizonte, mientras unas tristes lágrimas saladas rodaban por sus mejillas.

Fue entonces cuando creyó oír el lamento de la voz de su amigo. La voz le pareció provenir del fondo del mar. Se acercó a la zona de babor y miro hacia abajo. Lo que vio fue una imagen clara y nítida del remanso de una playa con un cuerpo de un ser humano recostado sobre unas rocas.

El entorno de la playa le pareció conocido. Era como la Cala de…. si, si era la Cala de…. Pero, -- se dijo -- refregándose los ojos, ¿Que era eso que estaba viendo, en el reflejo del mar? ¿Seria una premonición? ¿Seria el mar que le estaba hablando? Y si… fuera cierto lo que estaba viendo ¿Cómo haría para llegar allí? Estaba a casi dos días de distancia, de la Cala, con la suave brisa que reinaba en ese momento. Se le ocurrió pedirle a su amigo el viento ayuda y, este, al momento empezó a soplar cada vez con más fuerza. Se empezaron a hinchar a tope las velas lo que le imprimió una velocidad un poco inusual para la época del año que se encontraba.

El velero, en vez de navegar, parecía que flotaba, volaba. La larga distancia que en un principio les separaba fue recortada en tan solo seis horas llegando casi al atardecer a la Cala. Al llegar echo el ancla y bajó a la pequeña y arenosa playa. Situada entre acantilados y de escasa visibilidad desde las alturas.

Cuando empezó a buscar entre las rocas, a Paco, creyó estar buscando, una ilusión. Buscó infructuosamente por espacio de dos horas y cuando se iba a retirar perdiendo toda la esperanza de encontrar el cuerpo de su amigo. Unas aves de preciosos colores se posaron sobre unas extrañas rocas. Ese hecho le llamó la atención y se acercó. Lo que vio adosado en aquellas peñas fue el cuerpo medio deshidratado y algo quemado por el sol de su amigo. Se apresuró a prestarle ayuda. Lo arrastró hasta un lugar asombrado y le dio agua. Cuando este abrió los ojos, tan solo le preguntó ¿Cómo lograste dar conmigo? ¿Ya me creía muerto? ¿Quién te dijo donde estaba?

José en ese momento, con lágrimas de alegría en los ojos, tan solo pudo contestar.

Ya ves Paco, “Uno que tiene buenos amigos”

Texto agregado el 18-04-2004, y leído por 458 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
19-08-2004 Creo que el Apostol hace los milagros mas increíbles, como el de tu cuento Mer merche
26-04-2004 La amistad ennoblece el alma de los hombres. Muy bueno!!! Y un abrazo a ambos. Cariños shou
25-04-2004 Que pluma para felicitar, muy notable este texto. Bravo. Gabrielly
21-04-2004 Bello este cuento Paco, refleja esa gran sensibilidad tuya... la cual no solo trasmites en tus escritos, sino en toda tu vida. Bikos Meiga
19-04-2004 Paco, un cuento bonito, sincero y que deja entreveer los buenos sentimientos para "nuestro" mac. Besitos, Pilar. Airedevalencia
19-04-2004 que texto, tan bueno, y ademá tu escribirlo y dedicado a él dos persona formidables. Besos a los dos monilili
 
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