David siempre fue siempre un chico detallista, de los que se fijan profundamente en las cosas. De los cuentan los bancos y las papeleras del parque mientras otros se dedican a destrozarlos. La obsesión por observar las cosas lo llevó a ser un enamorado de los insectos, de las cosas pequeñas.
Con el tiempo y la observación comenzó a invadirle una idea, David quería convertirse en mariposa.
- Mamá he decidido que quiero ser una mariposa…
- David, las mariposas que tú ves han pasado por un duro proceso de cambio que les supone pasar de oruga, a un capullo de seda, para acabar siendo lo que son. Debes saber si estás dispuesto a eso.
Con la convicción de quién sabe lo que quiere y sin importarle demasiado lo que opinen los demás, David se esforzó por ser oruga. El cambio no le ocasionó demasiados beneficios pues la gente que le rodeaba comenzó a juzgarle por su nueva apariencia. A pesar de que iba perdiendo amistades, David estaba convencido de que valía la pena ser oruga. El y sólo el tenía claro que era capaz de convertirse en mariposa.
Con el tiempo incluso tuvo la oportunidad de enamorarse, pero cuando todo parecía que iba bien, de pronto un día sucedió lo inevitable. La oruga necesitó convertirse en capullo de seda, cosa que la enamorada de David no supo comprender, así que le abandonó. Una vez más el prejuicio y la no confianza de que con el tiempo David iba a cambiar, hicieron que volviese a sentirse solo.
Fueron tiempos duros, la gente sólo era capaz de ver lo peor de David. Pero nadie se percataba de que debajo de ese capullo de seda, se encontraba alguien luchando por ser mariposa.
Un día aparentemente sin nada de especial, ni lluvia, ni arco iris, ni eclipses solares, solo un día cualquiera, el capullo de seda se rompió dando la oportunidad de dejar salir a la mariposa más bonita que se haya podido ver nunca. La gente quería acercarse a ella, su belleza atraía a quienes en su día rechazaron tanto a la débil oruga o al feo capullo de seda.
Sólo bastó el convencimiento propio de David ante la posibilidad de convertirse en mariposa y el tiempo necesario para conseguirlo.
Porque a veces no somos capaces de ver más allá de la oruga, hay quién incluso te acompaña hasta el capullo de seda, pero sólo los que realmente te quieren, son aquellos que podrán disfrutar de las alas de la mariposa.
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