De tus manos y tus labios
me alejo
con un miedo ancestral.
La detención en la huída
se da
cuando en mi oído
izquierdo
rebervera el sonido armónico
en tu risa.
El equilibrio
añorado y temido
se acerca a mis sienes
cuando de cerca
te veo
en tu carcajada.
Voy a tu lado
cuando mis pies merman
el peso del insomnio
y mis manos
han pasado al papel
el verso
en tu mirada.
Detras del fulgor en tus ojos
hay una espera
y una secreta ausencia.
Hay una caricia
enterrada
en el más lejano desierto
y tu risa
desnuda el afán
de encontrarla.