El misterio
que guardan tus ojos
al mirar
escrutadoramente
desemboca
en la vieja consigna
de penetrar en las heridas
no cicatrizadas
y encontrar
el desdén condensado
en la niñez.
Tu búsqueda engendra
voces que traen
del invisible mundo
vivencias inexploradas
de seres desencarnados.
Dictan al oído
frases extrañas
al entendimiento racional
y dejan inmóviles
los pies descalzos.
Recibe el rostro
el impacto
y el afán de revertir
los años en la piel
crece desmesuradamente.
Es tanto el saber
por revelarse
que el tiempo vivido
se achica al descifrarlo.
La ruta escogida
encadena las manos
al teclado
y las voces se afanan
por traducir
el verbo
que al devenir desnuda.