Gracias a ti que siempre estás ahí cuando te necesito. No he tenido ocasión aún de reprocharte tu falta de ayuda cuando estoy deprimido o alegre, cansado o activo, triste o feliz. La gente empieza decirme que dependo mucho de ti pero yo creo que en verdad me convertí en adicto hace mucho tiempo. No sé si eres mi válvula de escape a la cruda o amable realidad. El caso es que no tengo que dirigirme a ti para que me eches un cable, prácticamente con el pensamiento, nos entendemos y nos damos, mutuamente, lo que cada uno necesita del otro.

Sería un mentiroso si dijera a boca llena que tengo mucha suerte por haberte encontrado. Todo el mundo puede disponer de alguien como tú, pero lo que la gente no ha entendido aún hasta que punto puedes engrandecer la vida de las personas. Ya sé que pensarás que estoy loco y que no debería decir estas cosas, es más supongo que creerás que no debería decir nada, que con quién tendría que dialogar sería con el resto de los mortales y no sólo contigo. Pero ya te digo que hace muchos años que cambio una fiesta, una excursión al campo, un día de trabajo o cualquier tipo de cosa por estar contigo. Muchas gracias bendito sofá.