Historia de un papagayo desplumado y un perro viejo en el armario
Colorín, colorado este cuento ha comenzado. Es la increíble historia de un loco y desplumado papagayo que tiene un perro viejo en su armario. El pobrecito no quiere ni asomar la nariz por la ventana. Es que todavía recuerda la bomba de neutrones que acabó con Hiroshima. Peccato! No se da cuenta de que hoy con solo apretar un botón, no quedaría nadie en todo el planeta.
Nuestro papagayo durante el día, anda todo afanado, trabaja que te trabaja, en una fábrica de lácteos. Corre que te corre, y del estrés que le ha causado ya ni plumas le han quedado. Tiene un jefe muy exigente. Un quisquilloso rinoceronte todo arrugado, que quiere mayor producción y ventas de la nueva leche sabor a menta.
Cansado el papagayo trae y lleva paquetes, pero no crean que de leche, no, son chicles de menta. Él es el encargado de darle a cada vaca su chicle de menta cada treinta minutos. Cada dos horas les sirve en tazas de porcelana china el tecito de hojitas frescas de menta que recoge en el jardín de la plaza frente a la fábrica. Y tres veces al día les trae alfalfa picada mezclada con ramitas secas de menta.
Se detiene a almorzar unos quince minutos. Y en un abrir y cerrar de ojos pone el mantel a cuadros sobre una mesita redonda y se sirve un plato lleno de sapos en conserva saborizados a la pimienta.
En la tardecita, camino a casa, viene cantando una alegre canción en italiano:
La Morlacca è una vecchietta, con la faccia in cartapesta, sulla bocca ceralacca, sulla zucca una parrucca, la Morlacca, è abbastanza brutta...
Al llegar a su casita abre la puerta del armario, saluda al perro viejo y se sienta a su lado. Mientras charlan de filosofía. ¡Éste es un dúo muy letrado! Se toman unos mates con biscochitos salados.
El perro viejo defiende los postulados del existencialismo, gesticulando, mate en mano, o mejor en pata, de lado a lado del armario. En un dialogo de sordos, el papagayo, pregona que hay que humanizar el mundo un poco más.
Y entre charla y charla se han hecho las dos de la mañana. El perro cerró el armario y el papagayo desplumado se acurrucó en su jaula arropado.-
Alejandra.-
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