Líber Arce,
hace unos
cuantos años,
Líber Arce,
tu muerte ha de vengarse,
épocas clave
de nuestra historia,
y manifiestan
doscientos mil
armados de consignas
armados con ideas
avanzan doscientos mil
más allá del temor,
más allá de especulaciones
a corto y largo plazo.
Al poco tiempo,
Susana Pintos,
Al poco tiempo,
Hugo de los Santos,
Me recuerdo
esos días,
poco antes del suceso,
me recuerdo en el centro,
en pleno centro
de Montevideo
dieciocho siempre a oscuras,
rumores de golpe de estado,
me recuerdo caminando,
nos recuerdo caminando,
en una noche cualquiera,
sigilosamente andando,
entre los erráticos retazos
de una manifestación.
Alguien canturrea,
se inventa una canción
de marcianos y chanchitas,
alguien canturrea con
voz ingenua
una canción de María Elena Walsh,
alguien vocifera una consigna
que se convierte en
un estruendo en las voces
de muchos, muchos más.
Alguien avisa
alguien corre,
alguien empuja,
racimos humanos
se esparcen,
cobrando vida propia
sobre la Plaza del Entrevero.
Estoy corriendo hacia
Julio Herrera,
como si fuera en sueños,
oigo las secas
detonaciones,
piernas accionadas
como pistones,
corriendo sin sentir
la resquebrajada calzada,
viendo desfilar la
salida de la Galería Central,
las entradas de grises edificios,
un bar cualquiera,
el sudor frío indiferente
al aire frío de la noche,
oigo los tiros
cerca de la esquina
del Banco Mercantil,
oigo las balas
pasando como
una exhalación,
rebotando caprichosamente
contra los muros
del Cine Ambassador.
sigo corriendo más allá
de San José y Río Branco,
sigo corriendo hasta
la calle Convención,
sigo corriendo,
sigo corriendo.
Fin de semana,
los titulares de los diarios,
las clases suspendidas hasta
el quince de octubre,
hubo un antes
y hubo un después
y eso fue ahora
más ahora que nunca
todos teníamos quince años
o poco más o menos,
escuchábamos a Daniel Viglietti,
escuchábamos a a los Olimareños,
escuchábamos a Yamandú Palacios,
y bailábamos
bailábamos en los cumpleaños de quince,
con los acordes de los Delfines,
con la quejumbrosa voz de Adamo,
con las inconfesables canciones del verano.
Nos recuerdo en Colonia
y Río Branco,
nos recuerdo en el Rody,
nos recuerdo en El Pinar
de Andes y San José,
nos recuerdo en la Rambla
junto al Cubo del Sur,
nos recuerdo pasear,
nos recuerdo las charlas
las discusiones,
nos recuerdo los sueños,
sinfín de planes,
nos recuerdo caminando,
siempre caminando.
Líber Arce
tu muerte ha de vengarse,
las calles llenas
pese al terror,
todos marchando
manos vacías,
todos tan firmes
a pura fe,
protagonistas de la historia
dia a dia,
demiurgos de heroísmo cotidiano,
forjando lo que fuimos,
y lo que somos,
escribiendo la historia
que aún es.
Eytán Lasca © 2002 |