A ver, pinche vida,
no seas hija de la chingada
y regálame una sonrisa…


Noches.
Marejadas inconclusas,
todas llenas de limos, de espanto…
Textura agridulce del viento,
humores transpirados del suelo.

Nada de lo que miro
puedo comprender.
Nada hay sobre la tierra
que no anochezca de repente.

No me des la espalda, vida,
o te agarro las nalguitas…

Mira que bastante he aprendido
en este barrio de perdición
donde me has encerado,
que muy bien conozco
todas las técnicas de empalamiento
con las que puedo hacerte suplicar…

Te yergues en tu solio
y ríes y ríes y vuelves a reír,
mirándome pudrirme;
te sientes superior
pero bien puedo transformarte,
deformarte…

Que no te sorprenda, vida,
si cualquiera de estos días
te acuchillo de frente…