“Trescientos cincuenta y nueve”
Trescientos cincuenta y nueve noches te he extrañado, todas y cada una de ellas, he tenido ganas de llorar, cada una ha sido más pesada a la anterior, cada una el sentimiento de pesadez se incrustaba en mi corazón, cada luna un latigazo en el alma, Trescientos cincuenta y nueve veces la imagen de tu partida me ha destrozado el cuerpo, me ha desgarrado las venas, hinchado los ojos, y quitado el sueño.
Trescientos sesenta días he tratado de sonreír sin ti, cada día con la misma frase, “tal vez mañana”, amanecer a amanecer retiro tu recuerdo de mi pecho para bañarme, al terminar, tu bendición es indispensable para comenzar a recordarte sonrisa a sonrisa, cada comida me trae recuerdos de los buenos tiempos, cada visita a tu cuarto una nueva llaga en el miocardio.
Cinco días distan del aniversario de tu partida, y temo lo que pueda pasar, estoy petrificado por los recuerdos que puedan llegar, no sé a qué noche le huyo más, a la previa, o a la siguiente, me aterra el shock de cerrar los ojos y querer abrazarte, cuatro noches de intenso pensamiento por delante, cuatro noches de no saber qué hacer, cuatro noches de ansia, estrés, dolor, amor, lluvia, soledad, frio, e incertidumbre.
Abue trescientas cincuenta y nueve noches han transcurrido, desde que me despedí de ti y supe que nada sería igual, trescientos sesenta día, de la última vez que me bendijiste, trescientos sesenta días desde tu muerte, todos y cada uno de ellos han cambiado mi vida, destrozándola, mejorándola, doliéndome, curándome, llorando, suspirando, queriendo, enamorando, soñando, recordando, riendo, cocinando, escribiendo, leyendo, estudiando, extrañándote, y ahora en particular me tienen desasosegado del día cinco.
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