En los tiempos modernos pareciera que la gente está mirando atrás y para cuidar su salud se inclina más por la llamada “Medicina complementaria y alternativa” (CAM, por sus siglas en inglés). Este término es utilizado para los productos y las prácticas médicas no comprendidas en los “cuidados estándar”, o sea los que practican los médicos, los osteópatas y los profesionales de la salud, auxiliares tales como enfermeras matriculadas y fisioterapeutas. Dentro de la medicina alternativa se encuentran la acupuntura, la quiropráctica, la medicina herbaria, entre otras que fueron rescatadas, en su gran mayoría, de tiempos remotos. Surge entonces la pregunta: ¿Por qué si la medicina moderna ha logrado avances espectaculares, estamos recurriendo más a tratamientos milenarios? En el siguiente artículo, la doctora Adela Godoy nos da una respuesta con gran sinceridad, una respuesta que deja ver la despersonalización y deshumanización en que ha incurrido la medicina actual. ¿Será entonces la causa por la que cada vez más gente busca tratamientos alternativos o complementarios sin acudir al médico de nuestros tiempos? (borarje)
¿POR QUÉ LA MEDICINA COMPLEMENTARIA?
Dra. María Adela Godoy
Servicio de Pediatría HCSBA
UCIP, Hospital de Carabineros, Chile.
Hace 25 siglos Hipócrates definía salud como aquel estado en el cual un individuo está en armonía consigo mismo y con el entorno, insistiendo además en que todo lo que afectaba a la mente necesariamente afectaba al cuerpo, y ya en el año 1946 en Nueva York, la OMS definía salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente como la ausencia de enfermedades.
Los primeros médicos se preocuparon entonces de curar cuerpo y alma, y así ha sido hasta la fecha en la medicina oriental, hindú y chamánica, pero progresivamente estas características se fueron perdiendo en la medicina occidental.
Se atribuye una parte importante de esta pérdida a René Descartes, quien en el siglo XVII dividió al ser humano en dos entidades distintas: un cuerpo o soma y una mente o psique. Bajo estos conceptos el cuerpo era lo real y la mente lo irreal, por lo tanto los pensamientos y cualquier cosa que no tuviera base fisiológica visible y constatable era considerado irreal, llegando a desestimarse todas las experiencias subjetivas.
Con el paso del tiempo el hombre fue considerado una “maquina”, olvidándose totalmente su mente, su espíritu y su relación con el medio ambiente, y en la actualidad, gracias al alto nivel tecnológico de investigación con que contamos, esta “máquina” no puede escondernos sus fallas, pero fracasamos cada vez con más frecuencia al tratar de solucionar estas fallas.
¿Será porque el hombre no es ni nunca será una máquina?
¿Será porque la antiquísima costumbre de asumir al hombre como un todo: mente, cuerpo y espíritu inserto en un medio ambiente que lo afectaba directamente sí era muy importante?
Estos cuestionamientos empezaron a tomar importancia a mediados del siglo XIX y en forma muy lenta se empezó a cambiar el enfoque médico, de modo que actualmente ya es muy clara la tendencia a usar medicina alternativa en el tratamiento de una serie de enfermedades.
Es así entonces que en los últimos 30 años las medicinas alternativas han adquirido un gran impulso fundamentalmente por:
- El poco tiempo que el médico destina a la consulta, que no le permite conocer detalles personales y del entorno del paciente, que pueden ser importantes en la patología que éste presenta.
- El deterioro de la relación médico paciente, derivada del punto anterior y por la mala imagen pública que hemos ido adquiriendo los médicos.
- Los malos o escasos resultados obtenidos por algunos pacientes con los tratamientos tradicionales.
- La despersonalización y deshumanización derivadas de los grandes avances tecnológicos, que sólo han mejorado en forma muy importante la capacidad diagnóstica, y de la ultraespecialización que nos ha llevado a examinar órganos y no personas.
- Desesperanza, de médicos y pacientes.
En Europa y USA este fenómeno es tan importante que las autoridades de salud, gobierno, universidades y colegios de la orden, han debido tomar algunas medidas para evitar que personas que no tienen conocimientos, usen técnicas y medicamentos, especialmente fitoterapia y homeopatía, en forma descontrolada y con riesgos vitales.
En primer lugar se acuñó el término “medicina complementaria” (CAM), que se refiere básicamente a médicos alópatas, que en sus tratamientos habituales usan algunas técnicas de medicina alternativa. Estas terapias alternativas desde hace varios años pueden aprenderse en las Universidades europeas y norteamericanas, las cuales las incluyen como ramos optativos en la carrera de Medicina y otras del área de la salud, existiendo actualmente algunas Universidades que ya tienen incorporadas en sus mallas curriculares algunas de estas terapias.
En segundo lugar se definió el perfil del usuario de las medicinas alternativas: personas de altos ingresos económicos, alto nivel educacional y cultural, portadores de un problema médico de difícil solución por la medicina tradicional: dolor crónico, trastornos mentales, problemas oncológicos, VIH.
En USA se calculó el costo de la medicina tradicional vs. la alternativa: 29,3 billones de dólares en medicina tradicional contra 21,2 a 37,2 billones de dólares. Las autoridades de salud y universitarias crearon entonces grupos destinados a investigar cuáles eran las terapias que estaban en uso, normas para regular este uso, hacer un catastro de las personas dedicadas a la medicina alternativa, y realizar labores de difusión de las terapias que habían probado ser eficaces a través de congresos, cursos, revistas, etc, destinados especialmente para el grupo médico.
Además facilitaron la aplicación de medicina alternativa en pacientes hospitalizados, especialmente en Unidades Oncológicas y de Cuidados Paliativos, con resultados que han sido publicados en las revistas médicas tradicionales, siendo la mayoría de ellos estadísticamente significativos.
En Chile, existe actualmente un gran interés de las personas por las medicinas alternativas, lo que ha llevado a que aparezcan cada vez más terapias y terapeutas que las aplican sin tener conocimientos médicos y la mayoría de las veces, sin un real conocimiento de que lo que están aplicando puede tener riesgos vitales.
A pesar de todo esto, el Ministerio de Salud, el Colegio Médico y las Universidades no han tenido una conducta proactiva en este sentido y sólo tenemos antecedentes de hechos aislados:
- El Ministerio de Salud tiene un listado de medicinas alternativas reconocidas, que no son todas las que actualmente se practican.
- La Universidad de la Frontera organiza todos los años un Congreso de Medicina Alternativa y ha desarrollado especialmente el área de integración de la medicina alópata con la mapuche.
- En algunos Hospitales de Santiago se está usando Reiki como terapia alternativa para el personal de la salud, fundamentalmente enfocado a la relajación y a los problemas traumatológicos.
- Respecto al uso de hierbas medicinales, medicamentos homeopáticos, los llamados "medicamentos naturales" y a una serie de "“Farmacias" que los expenden, el ISP esta recién realizando un control más efectivo.
En relación con todo esto hemos pensado que la aplicación de esta medicina complementaria en el área pediátrica, podría sernos de gran ayuda, especialmente con pacientes oncológicos y portadores de patologías crónicas.
Para este fin estamos planificando la puesta en marcha de un policlínico especializado, que funcionaría en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento CDT anexo a nuestro Hospital, porqué tenemos claro que esta es la Medicina del nuevo milenio, que cuenta con una base científica muy firme gracias a los grandes avances tecnológicos y con un equipo médico que pretende rescatar los principios hipocráticos y preocuparse del enfermo y no de la enfermedad.
Trabajando entonces bajo estas consideraciones se podrán lograr curaciones a más corto plazo, con menos efectos colaterales y con un menor costo bajo todo punto de vista. http://www.sld.cu/sitios/mednat/temas.php?idv=6668
* En Cancún, costa mexicana del Caribe
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