Los hechos que se relatan a continuación pueden herir la sensibilidad de alguno de los lectores pero es necesario que sean narrados... Todo comenzó el sábado pasado, llegué de trabajar, estaba cansado, entonces mi esposa me hizo una pregunta :
- ¿ Te vas echar la siesta ?
No me dio tiempo a responder.
- Es que necesito comprar algo de ropa, que se acerca el calor y no tengo nada que ponerme.
Todo dicho y hecho, a los veinte minutos estábamos llegando al aparcamiento del centro comercial, tuve que bajar hasta la tercera planta pues las dos primeras estaban llenas. Subimos y nos tomamos un café, lo tuve que dejar a medias.
- ¡ Cariño, venga que hay mucha gente y se van a llevar lo poco que hay !
Entramos en la tienda, se fue a las camisetas y empezó a hurgar...
- Churri, ¿ crees que esta camiseta me sentará bien ?
Cualquiera dice que no, le digo que si, entonces se me queda mirando y me hace una pregunta terrorífica.
- ¿ Qué te pasa, ya estás aburrido ?
- ¡ Yo aburrido!, no cari, es que estaba algo distraído...
Ya no me quita la vista de encima y empiezo a convertirme en un perchero andante, todo los trapitos que va cogiendo me los va endosando, veo a otro tipo en similares circunstancias, cruzamos una mirada cómplice con una leve sonrisa ( de idiota, claro ) .
Llevo media hora y me empieza a doler la espalda, yo me pregunto porqué, si trabajo toda la semana de pié y nunca me duele, entonces llega el momento fatídico.
- Cariño, acompáñame al probador, a ver que tal me queda este vestido de noche.
La acompaño temblándome todo el cuerpo, me avisa y me asomo.
- ¿ Qué te parece ?
No se qué hacer, es horroroso pero parece que le gusta, ¿ le digo lo que pienso o... ?
- Niña, es precioso, te queda de maravilla, parece hecho a medida.
Me sonríe y respiro aliviado, prueba superada. Tras probarse quince prendas se queda con dos ( no lo entiendo ) y salimos de la tienda, camino de la escalera mecánica veo una zapatería, rezo para que no se de cuenta pero...
- ¡ Ay, una zapatería ! a ver si encuentro unas sandalias que las que tengo están pasadas de moda ( ¡ existe moda de sandalias, Dios ! ) .
Se prueba doce pares de sandalias, unas tienen poco tacón, otras demasiado empeine, en fin, ninguna le gusta y justo cuando vamos a salir ve unas en el escaparate y ¡ ala ! otra vez para dentro, las compra y más feliz que un niño con un caramelo.
Llegamos a casa, se vuelve a probar todo, viene al salón y me dice que lo tiene que devolver todo ( claro, el espejo de casa no tiene truco ). Entra en el baño y aprovecho para llamar a mi jefe.
- ¡ Jefe, el sábado que viene me presento voluntario para echar horas extras !
Los personajes descritos no se corresponden con el autor de esta columna y su esposa, por una sencilla razón, a mi no me duele la espalda cuando voy de compras con ella, me duele la espalda y me dan calambres en ambas piernas.
He dicho.
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