Hola me llamo “Querubín Dorado”, tal vez hayas olvidado ese rostro que te vio partir cuando los arboles hacían sombra a nuestro destino. Lo cierto es que los instantes presentes se envuelven cada con el color de tu mirada. Ya sabrás que espero que pasen los años para vivir el amor desde esta cuasi seguridad que hoy hace eco en los frutos de mi soledad ¡Tengo tanto temor a que me vean! Soy un misterio oculto. No sé lo que es proyectar una vida en conjunto, desconozco el placer de mirarme en una mirada y dar rienda suelta a mis deseos. Por eso le inyecto cables, música y letras a mis venas. No quiero que descubras ese sutil velo que oculta este cadáver descompuesto. Llévate estos pensamientos, acomódate en mi música. No intentes ir mas allá de este perfume temporal, cuando menos lo esperes verás los colmillos escapar de mi boca y la piel se crispará al presentir el roce hermano. Huye del lobo asesino, desde lo mas negro y puro de mis entrañas quiero que huyas del peligro inminente. Aunque me digas “Tú alguna vez fuiste” yo te diré que fui desgrabando el infierno del pasado hasta convertirlo en mi presente. Soy él, soy ellos, soy todos aquellos que danzan y ya no existen. Soy todos ellos que ya caminan la senda de la vida siguiendo un tenue astro. Soy todos ellos y sin embargo, no tengo estrella en la cual mirarme. Soy tan solo una promesa vacía que como aquel pozo que ya comienzan a olvidar los beduinos en el desierto. Pronto se habrá secado mi pecho y lo peor de todo es que mi corazón seguirá latiendo al compás de esta danza macabra ¡Ni siquiera la muerte es una esperanza para esta alma doblegada!

Desde el hollín del brasero algún hombre leyó aquella vivencia.