Amor, cierro los ojos y creo verte. Poco a poco tu imagen se va haciendo más nítida, pero no es real. Me conformo con eso, es mejor que nada. Pongo mis cinco sentidos e intento imaginarte, sentirte, como lo hago cuando estás conmigo. Huelo tu pelo, tu piel, siento tu mano. Noto tu pecho moverse cuando respiras y por mi amor suspiras. Yo también suspiro, ¡dios, que real!
Tu mano toca mi nuca y desciende por mi espalda suavemente hasta donde ésta pierde el nombre. Tu tacto es suave y cálido y me brinda bienestar. Yo te acaricio el pelo, rozo tu cara con mis manos y mi alma se llena de ti. Tiemblo, me estremezco, tirito y me agito.
Abro la boca y acerco mis labios a los tuyos. Noto tu cálido aliento, huele a deseo. Intentas besarme pero yo me aparto haciendo más intenso ese momento. Por fin te beso. Tú me respondes. Y ese beso es el más hermoso, el más dulce. Dura solo un momento, pero es eterno. Me provoca ansiedad, me provoca deseo. Deseo de tocarte, de besarte, de amarte…
Ya eres mía, ya soy tuya. Nos fundimos en un tierno abrazo que junta nuestros cuerpos aún vestidos. Quitarte la ropa es un deleite. Mientras lo hago te acaricio y tú te pones nerviosa. Eso me gusta. Nuestros corazones se aceleran, puedo notarlo en tu pecho desnudo.
A veces quiero llorar, de alegría, de amor, pero tú me devuelves a la vida con un dulce beso y me amas, y te amo. Mis manos se tornan ágiles recorriendo tu cuerpo, esas suaves curvas que me vuelven loca y me hacen desesperar cuando no las puedo tocar.
De repente algo me perturba, un ruido. En un instante te desvaneces, te me escapas de entre las manos como agua de lluvia. Es un sueño, sólo un sueño y vuelvo a la dura realidad. No estás aquí, todavía no. Pero pronto lo estarás y convertiré éste, MI SUEÑO, en una realidad. No tardes amor, en volver a mi lado. Todas las noches te sueño, todas las noches te amo… |