A costa de penas y sentires que no debían haber sido, te conocí.
Entonces nunca deberías haber sido mía.
Pero eres tan tonta que viste oro, en piedras de arcilla.
Para tanto agobio, costarte tan poco respirar, aun así te lastimaste.
No sabías mi origen maldito.
No lo conocías.
Mi santa,
Mi diosa de la negrura.
Llegué al puerto de Luba a las dieciséis horas,
Tu mirada llena de noches eternas,
La mezcla de hijos y cervezas.
Tu inocencia de veinte añera.
Tus ojos cafés como tu cuerpo.
Pero sabes a un hombre como yo,
Nada lo deslumbra.
Ni tu cuerpo, ni tu aroma, ni tus ojos, ni tus manos.
Creo ya hace más de dos años no siento el roce de un cuerpo sobre el mío.
Más de dos años sin que me entibien la espalda.
Y tú eres tan tonta que pensaste que era otro blanco que venía a dejar sus duros a tu bolsillo.
A tu corazón.
¿A tu corazón?
Niña color café, no sabías, ni sabrás que me llevo el tesoro de la dureza mas dura, del frío que quema y mutila, de las noches sin dormir, de las heridas que sangran y nunca curan, de los amores que podrían haber sido. ¿Y tú eso lo arreglas con un par de duros?
¿Qué dirás el día que esa carne se torne desgracia?
¿Qué le dirás a tu niña el día en las noches largas, ya sin placer?
No deberías haberme propuesto eso,
No lo necesitabas…y yo tampoco.
Ahora ya no hay tiempo de lamentos.
Me conoces.
Me sabes.
Un blanco que ha dejado su existencia entre la sangre, el azufre, el polvo seco, un beso lagrimoso, una mano extendida…algún rosario ennegrecido, y muchas velas rojas.
Un capitán que habita entre la sombra de lo que dejó, y la oscuridad de lo que vendrá.
Reina, eres una madre de esta tierra.
El café te sienta bien.
El agua fresca sobre tus senos.
Tus labios besando hasta el final de tu final, del que tú quieres.
No así, las cervezas, los escoceses que llegaron a tu puerto.
Los blancos que llegamos a joderte tu vida.
No así, las noches que has perdido de tu niña.
Reina,
No me hagas tanto caso.
Solo soy un blanco de mierda escondido entre la basura que tiras al mar.
Entre la basura y la espesura.
Apenas te sonríes,
Y deslumbras a los visitantes de aquí.
Algún franco te vas a llevar,
Hoy cenarás bien.
Tu hija, estará tranquila.
Dios te la cuidará.
El no olvida,
que tú solo necesitas,
agua fresca, mar azul, sal…y unos labios bastante más sinceros.
Lejos estaré yo,
Soñándote, que nadie más te dejará una marca en tu cuerpito miel...miel y café.
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