Oh amor! Que puedo hacer para tenerte a mis pies, oh dulce señor, decidme que es lo que deseáis que haga para que os sintáis lo mejor posible.
Jamás llores por un cobarde, por un hombre que se esconde en una época que no le corresponde, pues si, con apariencia futurista resultó nada más ser un señor de la nobleza, que digo, de la plebe, pero no un cualquiera sino un revolucionario, aquel que se opone a las reglas, que no permite las injusticias y estaba profundamente enamorado de una doncella que no le correspondía a su amor, a su hermosa forma de cortejar, con miradas, caricias, palabras que transportan por el sin fin de épocas pasadas y tal vez futuras. Pero no era capaz de fijarse que yo, si yo poca musa, que como animal herido en su orgullo se agacha a sus pies esperando una caricia de su amo, del que puede controlar su vida al controlar su corazón. Pero sin más una patada era suficiente, pero era tan inferior que ni eso me estaba permitido recibir. Deseo ser como él, poder vivir en un mundo moderno pero al mismo tiempo ser el pasado de una historia, ser el pasado de una vida que sin más nos dio paso a lo que ahora vivimos, imaginemos ese señor arrodillado ante mí suplicando mi amor, besando mis pies mientras yo caigo rendida a sus encantos físicos e intelectuales, transformando la tierra en el mar de sus ojos. Pero solamente tengo posibilidades en mis sueños fruto de las pocas horas que duermo aquellas que me sobran después de perseguirle, observarle e intentar llamar su atención de alguna forma. Todo en vano porque tan sólo tiene ojos para ella. La mataría por una vida con él. Pero sé que aunque ella no este, él la sigue amando, sigue su corazón...
Auque no sea de sangre real tiene todo por delante para ser un noble porque su corazón es de luchador, de un triunfador que abandonaría todo por defender sus ideales, todo por el amor de la doncella a la que ama. Cruel ante las injusticias pero ante todo el rey del mundo porque todos terminan por amarlo.
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