14. EL SEÑOR DE NANDIA
Al día siguiente Maria despertó dolorida y casi sin recuerdos. Había sido como una pesadilla: muerte...sangre… En cuanto despertó, María no estaba en ningún lugar físico. No era un sueño, era algo distinto.
-Maria... - dijo una voz
-¿Quién me llama? - dijo Maria
-Soy yo, tu diosa Minina...
-¡Minina, diosa sagrada, dame el poder para comprender que es lo que está pasando! - dijo Maria
-¿A qué te refieres?
-Orly...
-Habéis llamado la atención de Heaven como os pidieron. – dijo Minina - Pero nadie os hablo de las consecuencias... Heaven está tan ocupada buscando a Regeos...que ha dejado de lado el amor que sentíais los humanos... por eso no salió nadie en tu espejo y por eso se ha producido la reciente guerra entre hombres y mujeres. Al no sentir amor no les importó enfrentarse...
-Así que todo aquello pasó en realidad, la guerra.... la batalla entre Hermione y Elhené... ¡Elhené! – dijo de pronto María - Quería acabar con este mundo. ¿Estoy muerta? ¿lo hizo?... Espera, me hirieron en la batalla. ¿Qué...?
Maria comenzó a gritar de golpe mientras lloraba, una gran multitud de sentimientos se reunían junto a ella. María despertó de nuevo y esta vez estaba tumbada en la cama, y supo que Elhené no acabó con su mundo y que ella seguía con vida. Miranda continuaba durmiendo, pero de pronto, su sueño se volvió blanco y comenzó a notar una presencia imponente. Intentaba despertar de su sueño, pero ya estaba despierta
-Miranda... - le dijo una voz
-¿Quién es quien me habla? - dijo Miranda
-Soy Minina
-¿La enemiga de mi diosa...?
-Veo que has dicho la enemiga de mi diosa y no mi enemiga como habría dicho cualquier otra Nandita. Explícame eso ¿Por qué no me ves como tu enemiga...? - dijo Minina con curiosidad
-No lo sé... No te conozco y no puedo juzgarte... Además, si te hubiese llamado mi enemiga, me habrías matado en el acto... - dijo Miranda sorprendida de las palabras que salían de su interior. Involuntariamente estaba siendo sincera
-No tengas miedo... – dijo Minina - como tú misma has dicho no me conoces bien...nunca he matado a nadie sin motivos, ni tengo pensamientos de hacerlo. Aunque quisiera no podría... estoy presa... y mis últimas energías las malgasté con Maria, y ahora me arrepiento de haberlo hecho... pues veo que no eres como creía...
-¿Cómo dices que nunca has matado a nadie sin justificación? Te alimentas de la sangre de tus victimas, todos lo saben - dijo atrevidamente Miranda
-La vida de los dioses es muy larga, una comida nos puede saciar durante miles y miles de años, la última fue una mujer que intentó asesinar a todos los creyentes en cualquier dios...
-¿Estaba loca?
-No, peor todavía. No se sabe como, pero fue transportada desde otro mundo, un mundo en el que todo es distinto. Al llegar aquí tuvo un gran shock... Al matarla, hice que su alma volviera a su mundo
-Quizás no seas tan cruel como dicen los libros... al menos a mi parecer... pero... ¿qué es lo que quieres? ¿por qué me has hecho venir aquí? – preguntó Miranda
-Mira, Maria es una de mis mejores subditas de todos los mundos, y por nada me gustaría hacerle daño. Pero... intenté hablar con ella y...
-¿Qué pasa?
-Ahora mismo te hablo desde tu interior, y por eso todo lo que ocurre en tu interior lo puedo percibir...
-¿Por eso no puedo mentir?
-Exacto – dijo Minina - pero... cuando entré en el interior de Maria... No te imaginas el sufrimiento... Es... es horrible, no tengo palabras para expresar lo que ella siente en su interior. Le intentaba hablar y no me escuchaba, solo lloraba y gritaba
-Elhené ya dijo que lloraba en su interior... - dijo Miranda preocupada
-Los dioses percibimos los sentimientos más fuertes, y normalmente podemos no percibirlos si no queremos... Pero algo pasó al quemar vuestro destino...Su sentimiento es tan fuerte....que lo notan todos los dioses, e incluso algunas gentes de otros mundos. Por eso algunos dioses como Hermione no dudarían en matarla, otros en cambio, como Elhené, se apenan y se apiadan de ella. Muchos dioses intentarán matarle ahora que Hermione ha abierto la veda...
-No puede ser...
-Por eso... prefiero que cuando muera... sea feliz y que pueda encontrar a Orly... Así dejaría de sufrir... - dijo Minina
-¿Me pides que la mate? ¡Yo jamás haría eso! – dijo Miranda indignada - ...aunque...si tanto sufre... ¡No! ¡no lo haré! ¿Qué tipo de diosa eres tú? ¡Estás deseando matarle, no eres distinta a los demás!
-En eso tienes razón, pero... prométeme una cosa... Dime que al menos intentaras que no muera rápidamente...
-¿Cómo? ¿Quieres que sufra?
-No. Quiero que muera en tus manos. Si pudieses matarla tú con su espada... Nada me haría más feliz que, en lugar de morir a manos de cualquiera muriese por ti... Tienes toda mi confianza…
Con estas palabras se desvaneció. Miranda despertó en una cama extraña y a un lado se encontraba Maria llorando
-Maria... ¿qué te pasa? – preguntó Miranda preocupada
-¡Miranda! ¡Estás viva! - dijo María muy contenta
-¡Claro! ¿en que estabas pensando? Eres tú la que está herida… - dijo extrañada Miranda
-Es cierto…creía que no pasaría de esta
-Tuviste suerte de que Marina te curase a tiempo – dijo Miranda
-Miranda ¿te has dado cuenta? ¡ha vuelto el amor! la gente vuelve a la normalidad, y se va ha hacer una fiesta para celebrar la paz entre los pueblos y los sexos. - dijo Maria -¿Y sabes qué...? ¡vendrá Irhinia a la fiesta!
Miranda pensó que no parecía sufrir tanto en su interior, pero se fiaba de lo que Minina le había dicho. Miranda pronto recordó el interés que tendrían todos los dioses por matar a Maria, y pensó que tendría que estar muy al tanto en la fiesta para controlar a Irhinia pues no sabia las intenciones que ésta tenia.
Aquel era un día feliz, la paz perduraría por mucho tiempo en sus tierras, las tribus Jurásikas tendrían libertad total debido a que se rompieron al fin las fronteras entre ambos pueblos. En el cielo, las nubes tenían formas divertidas y al llegar la tarde, el cielo anaranjado y las nubes más preciosas que jamás hubieran visto les prepararon para la llegada de Irhinia. Una joven nandita comenzó a reír, y se tiró al suelo de la risa sin motivo aparente y de pronto del interior de un árbol, salió Irhinia. No estaba enfadada, pero su rostro no era el suyo característico en un día de fiesta. En esos momentos, una amiga de la joven que continuaba riendo se percató de la situación. A aquella joven le estaba dando un ataque de risa producido por Irhinia
-Por favor, le imploro su perdón por todo lo que haya hecho mi amiga, seguro que era inconsciente de sus actos. Por favor ¡no la mates! - dijo la chica. Acto seguido, Irhinia volvió a sonreír, e hizo que la joven dejara de reirse
-Puedes odiarme todo lo que quieras, pero no insultes a ninguno de mis súbditos – dijo la diosa - y menos a quien te acaba de salvar la vida
La joven se quedó en el suelo del miedo que había pasado, e Irhinia dio dos palmadas y en todas las caras se puso una gran sonrisa. Unos pequeños árboles cayeron al suelo haciendo de mesas y de allí aparecieron montones y montones de comida. Una música muy animada salía de la nada, y todo el mundo bailaba y comía. A mitad de la fiesta Irhinia se acercó a María y cogió unos polvos, se los puso en la palma de la mano y sopló hacia su cara. En ese instante, el cuerpo sin vida de María cayó al suelo. Miranda corrió hacia donde estaban, pero ya era tarde
-No te preocupes, ahora todo irá mejor..., sobretodo para nosotros... - dijo Irhinia
-¡La has matado! – dijo Miranda llena de rabia - ¿Como te puedes considerar la diosa de la alegría? No comprendo como Elhené te tiene tanto afecto. ¡Si yo fuese ella quemaría tu destino para matarte después!
Enseguida Miranda recordó que Irhinia podía llegar a matar al igual que había hecho con María. Pero la sonrisa de Irhinia seguía en su cara
-No está muerta... - dijo Irhinia
-¡Pero si no tiene pulso! - dijo Miranda
-...Porque tampoco está viva...
-No entiendo... ¿qué le has lanzado? - preguntó Miranda
-Es una droga de los dioses, no te preocupes, por una vez no le pasará nada. Sólo perjudica si es usada con frecuencia, se llama Irnitina y no es de este mundo. Te quita la vida durante una hora, y cuando te la devuelve, te encuentras con muchas ganas de vivir, y tan alegre y festiva como una diosa...
-¿Tú... tomas eso? - preguntó Miranda ya calmada
-¡No! ¡claro que no! las drogas son muy peligrosas, pueden acabar incluso con la vida de un dios. Solo un dios como Bakal abusaría de ellas, y el resto sólo lo consume en ocasiones muy especiales, pero no con frecuencia...Pero ¿qué hacemos hablando de cosas tan tristes? ¡Únete a la fiesta! - dijo Irhinia, y rápidamente se fue a bailar.
Miranda entonces vio en un rincón a una joven acurrucada entristecida. Era la única persona que no sonreía de todas, era físicamente extraña, pues Miranda no lograba identificarla con ninguna de las diosas a las que todas las jurásikas y nanditas tienen un parecido
-¿Qué te pasa? - le preguntó Miranda
-Es que...es una larga historia - dijo la joven
-Pues yo tengo una hora libre... - dijo sonriendo Miranda
-Siento un gran amor en el pecho por un chico y... - dijo la joven - Llevo mucho tiempo buscándole, pero no lo encuentro por ninguna parte, nadie sabe donde está... Sólo encuentro sombras de su ser por todas partes, pero él nunca está allí - dijo llorando la joven, y al quitarse las manos del pecho para secarse las lágrimas Miranda vio que la joven estaba herida y sangraba por el pecho. Al verlo Miranda se asustó
-¿Pero qué te ha pasado? – dijo alarmada, y la joven le mostró un puñal manchado de sangre, y rompió a llorar aún con más fuerza
-¡Quiero morir! ¡quiero que se acabe ya esta larga vida llena de sufrimientos! ¡Si yo no estuviera aquí nada de esto habría pasado! – dijo llorando la chica. En esos momentos, Miranda sintió lástima por ella y la abrazó con fuerza
-Tranquila, nada malo le puede haber pasado...además no tienes porque echarte las culpas de todo. Créeme, esa no es la mejor solución... - dijo Miranda apartando el puñal de ella, y como respuesta, solo tuvo lágrimas. - ¿Cuál es tu nombre?
-Mi nombre es mejor pronunciado con el silencio, pues siempre es monótono e igual de placentero. ¿Eres la reina Miranda?
-¿S...Sí, eres una Nandita? - preguntó Miranda todavía perpleja de la complejidad de sus palabras
-No, yo vengo de otras tierras muy lejanas a estas
-Bueno, acompáñame hasta las tribus Jurásikas, allí te curarán eso.
Oscureció, María estaba bailando como una posesa y disfrutando de la noche. Irhinia hizo flotar unas luces de colores que iluminaban el lugar para que la fiesta prosiguiera. Era ya muy tarde, y a María se le pasaban los efectos de la droga y se empezaba a preguntar por Miranda. María fue hacia las tribus Jurásikas y allí la vio, en la puerta de la enfermería.
- ¡Miranda! ¿qué haces aquí? ¿Te encuentras mal? - dijo nerviosa Maria, y cuando se aproximó a ella, Miranda le contó todo lo ocurrido
- Creo que esa chica debe ser una joven Bakal, no me ha querido decir su nombre - dijo Miranda
- Será para que no te dieras cuenta de que lo era - dijo María
- Al parecer, estaba enamorada de un chico, y él ha desaparecido - dijo Miranda
- ¿Luchó en la última batalla?
- Diría que sí, pero no lo sé del todo, ella dice que lo ha estado buscando por todas partes, y seguramente las pistas le hayan llevado aquí. El caso es que estaba tan triste que se ha intentado suicidar con un puñal. Tenía una tremenda herida en el pecho. La he traído aquí para que la curen
Y comentando todos los sucesos de la fiesta y demás fueron andando hasta llegar al palacio, donde estuvieron durmiendo más tranquilamente que nunca.
A la mañana siguiente Miranda salió de palacio preparada para un viaje de varios días
- ¿Pensabas irte sin mi? - dijo María sorprendiendo a Miranda
- Este ya no es tu viaje María, aquí serás feliz. – Contestó Miranda - Yo partiré para encontrar a mi hija. Nuestras tierras están sufriendo grandes cambios, Marina solo acaba de empezar y no sabe todo lo que debe saber. Mis tierras y las tuyas no pueden ser gobernadas únicamente por ella. Cuando llegue a los templos te haré la reina más feliz del mundo
- Miranda...no lo lograrás...y menos aún sola. Si he de morir algún día, no pienso tener el remordimiento de dejar a la mejor amiga que he tenido nunca irse a cumplir una misión sin retorno completamente sola. Así que no pienses que lo hago por ti, sólo lo hago por no sentirme mal… - dijo riéndose María.
Ambas comenzaron de nuevo su viaje, querían pasarse por las tribus Nanditas antes de continuar, las palabras de María repercutieron en gran manera en Miranda, y ahora pensaba en que pronto le llegaría su hora
En mitad del bosque oyeron unos ruidos, y las dos jóvenes se acercaron corriendo hacia el lugar de donde procedían y vieron a una bestia del tamaño de un león pero mucho más horrendo huyendo de algún lugar y lastimándose. Maria y Miranda se acercaron a ver de qué huía el animal, y allí encontraron a la extraña joven que en aquellos momentos debería estar en la enfermería tumbada en el suelo y sangrando por la herida del pecho.
-¡Dios mío! ¡Tú! ¿Qué haces aquí? - dijo Miranda
-Miranda...lo siento, ya te lo dije, he de encontrarle... - dijo malherida la joven
-¿Pero estás loca? ¿No tendrías que estar descansando? Además es muy peligroso ir sola por estos lugares desde que se abrió la urna de Bakal - dijo María
-¿Has dicho que la urna de Bakal ha sido abierta? - dijo la joven alarmada
-Sí, hay que ir con mil ojos. – dijo Miranda - Venga, te acompañaremos hasta mi pueblo, que está más cerca.
La joven, aún más dolorida que antes, acompañó a las chicas apoyándose en el hombro de Maria. A las tres horas de camino, la joven ya se encontraba mejor
-Ahora que ya nos conocemos un poco, dinos ¿cómo te llamas? - dijo María
-Mi nombre es el que suena en los cielos cuando el viento muere y ha de renacer - dijo la joven
-No tengas miedo de decirnos quien eres, somos tus amigas - dijo Miranda
-Déjala, no la presiones, lo debe de estar pasando muy mal – dijo María, y sonrió a la joven
-Definitivamente, - dijo la joven - el ser humano es un ser perfecto, en ocasiones perverso a la perfección y en ocasiones la perfecta bondad
-¿Eres filosofa? - preguntó Miranda
-Digamos que soy alquimista, es un arte que combina la ciencia, la magia y la sabiduría, aunque es prácticamente un hobby
Tras horas de caminar llegaron a la frontera que separaba las tribus. Había una chica vigilando el paso a la entrada del pueblo
-¡Alto! Por orden del señor de Nandia queda prohibido el paso a toda persona extranjera que no sea capaz de contestar a las preguntas redactadas en el comunicado del pasado día 24 - dijo la guardiana
-¿Quién osa prohibirle el paso a la reina de estas tierras? - dijo enfadada Miranda
-¡Mi reina! Perdóneme por favor ¡no sabia que era usted!
-¿Quién es ese tal señor de Nandia? no recuerdo haber dejado al mando a ningún hombre llamado así - dijo Miranda
-Le ruego que me perdone mi reina. Las tribus necesitaban un soberano y decidimos darle el poder a la persona más sabia del pueblo. El señor de Nandia es tan sabio que no le ha hecho falta ni siquiera pronunciar su nombre. La gente vulgar no entiende casi nada de lo que dice, pero emplea el lenguaje más sabio que jamás hayáis oído. Lo de el señor de Nandia fue un mote que le pusieron algunos, y al final todo el mundo le ha acabado llamando así. - Dijo la chica
-En ese caso bien hecho, pero ¿por qué prohibir la entrada a la gente a nuestro pueblo? ¿y por qué defenderlo tras algún tipo de pregunta? - dijo Miranda
-Al parecer está buscando a alguien, y sería un caos buscar a alguien si la gente pudiera entrar y salir a su antojo. Como no entendimos a quién debíamos dejar entrar nos dijo aquella pregunta, que sólo esa persona podría contestar
-Está bien, continúa con tu trabajo, yo voy a hablar con él - dijo Miranda. Y las tres jóvenes anduvieron hasta llegar al pueblo. Fueron directamente a palacio para hablar con el Señor de Nandia, pero nada más entrar, una de sus sirvientas se acercó a ella.
-Mi reina, el Señor de Nandia no se hospeda en palacio, vive en la pequeña cabaña de al lado del templo – le dijo la sirvienta. Caminaron hacia la cabaña y allí había otra guardia
-Lo siento mi reina, podréis entrar las tres, pero solo una de vosotras podrá hablar con él, sé que estas tierras son tuyas pero esas son las normas de los últimos tiempos y es mi deber decírtelo - dijo la guardia
-Está bien, las acataremos ¿dices que es muy sabio? - preguntó Miranda
-Diría que el más sabio de todos - dijo la guardia
-¿Te gustaría hablar a ti con él? después de todo, tú también eres una gran sabia. Además, algo me dice que él es a quien estabas buscando - le dijo Miranda a la joven sonriendo
-Sí, yo hablaré por vosotras - dijo ella, y las tres entraron a la cabaña
En la sala había solamente una mesa y dos sillas, a modo de despacho
-El agua es como los humanos, cuanto más sucia peor, y cuanto menos limpia mejor... Que así llegue a vuestros labios, sucia y limpia a la vez - Les saludó el extraño hombre situado al otro lado de la mesa. Al contrario de cómo se lo habían imaginado, el hombre era joven, quizás de la misma edad que Miranda. Su aspecto era desconcertante, pues no tenía aspecto de sabio, la joven alquimista miró al hombre misterioso a los ojos y éste le devolvió la mirada. Ambos tuvieron un duelo de miradas que duró unos minutos
-¿Qué pasa? - preguntó María
-¿Os conocéis? – dijo Miranda, y en ese momento la joven apartó la mirada del señor de Nandia
-No, no nos conocemos, tiene algo extraño en su mirada. – dijo la alquimista - La mirada de una persona dice más de lo que pueda salir de sus labios... pero también hay que saber leer la mirada. Sea quien sea no es un inculto, me ha estado leyendo él también la mirada... Este hombre ha estado mintiendo... veo algo maligno en sus ojos... será mejor que salgáis de aquí, averiguaré más de él...
María y Miranda hicieron caso y salieron fuera.
-No temas, he visto algo en tu mirada que me dice que no eres una chica corriente - dijo el hombre misterioso
-¿Qué te ha hecho pensar antes de mirarme, que yo era una persona normal? - dijo enojada
-El más puro diamante parece una piedra común al tacto, pero a la vista es la piedra más hermosa que puedas ver... - dijo el hombre
-Seguro que coges todo el desierto por no escoger un grano de arena, pero bueno, aún no me has dicho de donde eres... ¿eres de aquí? - preguntó la joven
-No, yo vengo de otras tierras muy lejanas a esta... - dijo el hombre, y la joven alquimista se levantó y procedió de nuevo a mirarle a los ojos, a lo que el hombre respondió de igual manera. Mirándose mantuvieron una especie de conversación telepática
-Bueno, y ahora ¿qué vas a hacer? - dijo el señor de Nandia
-Ya te he encontrado...así...que podemos volver a casa... - dijo ella
-No...tú sabes muy bien que empezaste tu viaje buscándome, pero hace ya un tiempo que dejaste de buscarme…no tienes por que engañarte. Haz caso a tu corazón que para algo es libre y ve con ella, ahora que yo también te he encontrado me quedaré una semana más aquí y volveré a casa. Elena y Ana vendrán a buscarme - dijo él entristecido
-¿Elena y Ana están vivas? No se les ha visto desde que desapareciste, ¿es que también...? - dijo ella a punto de llorar “No, ellas siempre han estado junto a mí. Por voluntad propia, no por un sentimiento fingido - dijo enfurecido, y en ese momento la joven rompió a llorar desconsoladamente
-No... ¡no te vayas, por favor! No me dejes sola otra vez… - dijo ella entre sollozos
-¿Esperas que sigamos estando juntos cuando sientes por esa joven, María, que la conoces nada más que de unos días, mucho más de lo que sientes por mí, y después de haber estado varios años olvidándote de mi?
-¡Creía que estabas muerto! - dijo gritando la joven, y en ese momento el hombre salió muy enojado de la habitación, y dentro, la joven cayó desmayada al suelo mientras sangraba por la herida del pecho que hacía tiempo que había cicatrizado.
Al ver salir al hombre con la mirada sombría y que ella no salía, Miranda y María entraron corriendo y se asustaron al ver a la joven tirada en el suelo
-¿Qué te ha hecho? - dijo María enfurecida al ver la herida de su pecho
-Tranquila María, no me ha hecho nada... - dijo levantándose la joven. Cuando se repuso les contó que aquel hombre era otro alquimista que venía de su mismo territorio y que la herida se la hizo con el pico de la mesa al levantarse cuando él ya se había ido
-No me lo creo, ¿cómo se llama? - dijo Miranda
-¿Por qué es para vosotros tan importante la verdad y el nombre? - dijo la joven
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