Estoy en una oscura y sucia pensión por la que ya deben de haber pasado cientos de malandras ocultándose. Un catre con algunos tirantes rotos que cuelgan por debajo, un colchón mojado quien sabe cuántas veces ya, con sus olores y sus manchas que lo camuflan con las paredes de la habitación. Sobre el cajón dado vuelta que hace las veces de mesa de luz hay un candelabro con un vela que ya se consumió, y nada de lo que yo llamo acogedor me rodea. Ni una misera ventana para poder escapar aunque solo sea con los ojos de mi horrible libertad. Mi libertad que tanto anhelé dentro de la cárcel, esa que adoré antes de la cárcel y por la cual terminé en la cárcel.
Nunca tuve esos sueños de libertad, ni me hacían un mal real las diferencias, la pobreza y todos esos males que abundaban en aquéllas épocas, pero tal vez quise que esas cosas me afectaran como parecía afectarles a todos. En lo más profundo y por lo tanto oscuro mío, yo sabía que nadie realmente se dolía tanto, así como nadie tenía valores tan elevados, sino que actuaban con solidez. Eso es, actuaban, eran actores. Toda la vida era una obra de teatro en la cual cada uno cumplía su rol y pretendía bondades, pretendía solidaridad y entendimiento. Pero hacía tanto tiempo que esto se venía llevando acabo, que la única salida que encontré era actuar, y poco a poco olvidarme de que estaba actuando y adormecerme lentamente, incorporar ese papel y desechar al actor, ser el actuado.
Es fácil comprender que en esas épocas uno era de lo que lo rodeaba. Amigos, ideales, compañeros, colegio. Todos actores de esta gran farsa fuera de época. Mi rol no me fue revelado hasta unos años después que egresé del colegio secundario. No llegó por abajo de la puerta en un papel doblado a mi nombre, por supuesto que no, se presentó de una forma más persuasiva. Se llamaba Noelia y empezó a reunirse con nosotros, creo que era amiga de Paula, y había leído uno de nuestros folletines actuados.
No hablaba demasiado y cuando lo hacía se trababa mucho, como alguien que no habla demasiado. El pelo largo, negro, la rodeaba y la hacía acomodarselo constantemente por sobre el hombro. Ahora que me liberé de mi libreto puedo decir claramente que no me enamoré a primera vista, ni siquiera creo haberme enamorado, pero me atrajo mucho, eso es cierto. Pero en ese momento estaba enamorado y las flores rodeaban sus eternos labios. Empezamos a cambiar bruscamente de deciciones en el grupo y yo apoyaba las decisiones más fuertes con una convicción nueva en mi, una actuada convicción que se recostaba sobre las pestañas de Noelia y la hacía sonreír. Es necesario aclarar que nuestro corte era mas bien anárquico y no le faltaban accionares antigubernamentales, acciones actuadas por broncas actuadas, contra gobiernos de talento actoral. En lo personal jamás pude haber sido anarquista ya que es necesario ser optimista, y no un pesimista empedernido actuando. Lo que no es necesario aclarar es nuestro destino cuando tras unos gritos de inseguridad de corbatas, un adormecido ejército retomó el poder del gobierno. Es que el rojo, o el negro no son colores que hagan juego con el verde camouflage.
A Noelia no la volví a ver, y a los demás tampoco, pero la única que me importaba era ella. Estará tal vez encerrada, o en alguna mugrienta pensión sin velas tal vez. Yo fui a parar a una cárcel de la que se negaron darme algún dato, supongo en la patagonia por la aridez que vi al escaparme y por el agudo frío de noches de cemento mojado. En esas paredes gruesas estábamos encerrados muchos, unos a rayas y otros de azul, pero nuestros viejos personajes que con tanto ahínco representabamos deben de haber sido fusilados o desterrados. Pasaron muchos años de rutinas de nada, y más que algún apuñalado, o algún otro fusilado no pasó nada valedero de opinión. Lo único que recuerdo eran mis exasperantes deseos de correr de ahí. Cuando logré escapar, aunque para ser franco me dejaron escapar, caminé varios días hasta llegar a un pequeño pueblo de mar con su respectiva calle principal y sus sucias pensiones con sus oscuras habitaciones de velas consumidas.
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